¿Crees que intimidas?

3 de febrero de 2025


El Dr. José Carbonell reflexiona sobre una situación que se dio en una conversación con un par de amigas, quienes se dieron cuenta de que, cuando estaban en un bar, nadie se acercaba a ellas. Esto les generó la duda sobre por qué no podían socializar como esperaban. A partir de esta pregunta, Carbone profundiza en el concepto de "intimidación" social y cómo ciertas actitudes o comportamientos pueden generar una barrera entre las personas, dificultando la creación de nuevas conexiones.


El doctor plantea que, aunque en algunos lugares, como en Nueva York, es común acercarse a otros y entablar conversación de forma rápida, en otras culturas, como la española, la gente puede ser más reservada y menos abierta a conocer a desconocidos, especialmente si no existe una introducción previa. Esto puede hacer que las personas que intentan socializar sientan que no reciben la respuesta que esperaban.


Carbonell explica que a veces, sin darnos cuenta, podemos estar intimidando a los demás con nuestra presencia, ya sea porque nos arreglamos demasiado para destacar, usamos ropa o marcas llamativas, o simplemente proyectamos una actitud cerrada o poco accesible. Aunque estas características pueden estar pensadas para atraer la atención de los demás, en realidad pueden generar el efecto contrario, creando barreras invisibles que dificultan la comunicación y el acercamiento de otras personas.


El consejo que el Dr. Carbonell ofrece es reflexionar sobre cómo nuestra actitud y nuestra forma de interactuar con el entorno pueden estar influenciando nuestras posibilidades de conectar con los demás. Es importante tener en cuenta que, si bien ciertas acciones pueden ser interpretadas como señales de confianza o estilo, también pueden ser percibidas como intimidantes o distantes para los que nos rodean.


El mensaje final es fomentar la reflexión personal sobre cómo nuestra manera de ser puede estar afectando las interacciones sociales y si estamos favoreciendo un ambiente de apertura o, sin querer, poniendo barreras.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.