Por Instituto Carbonell
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31 de diciembre de 2025
El acto de grabarse llorando o hacerse un “ cryselfie ” ha alcanzado más de 200 millones de etiquetas en redes sociales. Lo que antes se percibía como una experiencia íntima y privada, se ha convertido ahora en una fuente de visualizaciones, reacciones y consumo digital. La generación Z ha transformado la forma en que entendemos y compartimos las emociones propias y ajenas, emergiendo un nuevo lenguaje y una forma de comunicación emocional. Hemos pasado de ocultar la tristeza a narrarla públicamente, difuminando los límites entre lo íntimo y lo colectivo. Ignasi Puig Rodas, psicólogo, advierte sobre la función de este fenómeno y plantea un dilema clave: ¿estamos expresándonos o exponiéndonos? Por ello, se recomienda: Distinguir entre expresarse públicamente y hacer de la emoción un acto de exhibición Diferenciar si buscas liberar el dolor o captar la atención de tus seguidores Aprender a utilizar un lenguaje adecuado a la hora de comunicar esas emociones Ser conscientes que exponer públicamente conlleva que los demás puedan ver y opinar En opinión del Dr. Carbonell, a pesar de que hoy en día es habitual compartir tus emociones más íntimas en redes sociales, se debe advertir de la necesidad de preservar entornos seguros y actuar con cautela, ya que las plataformas digitales no siempre garantizan un espacio protegido para la vulnerabilidad emocional.