Celos sanos o patológicos
22 de diciembre de 2024
Los celos, sean "sanos" o patológicos, son un tema complejo en las relaciones de pareja. Aquí un análisis basado en lo que menciona el Dr. José Carbonell:
1. Diferenciando los tipos de celos:
- Celos "sanos":
- Son una reacción ocasional ante situaciones que podrían interpretarse como una amenaza a la relación.
- Estos celos suelen ser transitorios, no afectan la autoestima de la pareja y se resuelven con comunicación.
- Ejemplo: Sentir incomodidad si alguien coquetea con tu pareja, pero confiar en que no pasará nada.
- Celos patológicos:
- Se caracterizan por una desconfianza constante e irracional, independientemente de si existen motivos reales.
- Pueden derivar en conductas controladoras, invasión de la privacidad y aislamiento de la pareja.
- A menudo están vinculados con inseguridades personales o problemas emocionales no resueltos.
2. Indicadores de celos patológicos:
- Vigilancia obsesiva (revisar el teléfono, redes sociales, etc.).
- Prohibiciones o restricciones para evitar contacto con otras personas.
- Episodios recurrentes de acusaciones sin pruebas.
- Deterioro de la relación debido a discusiones constantes sobre la fidelidad o intenciones de la pareja.
3. Reflexiones clave:
- ¿Qué hacer si sientes celos?
- Pregúntate si tus celos tienen una base real o si provienen de inseguridades personales.
- Habla abiertamente con tu pareja sobre lo que sientes sin culpar ni atacar.
- Considera trabajar en tu autoestima y buscar apoyo profesional si los celos son recurrentes y desproporcionados.
- ¿Qué hacer si tu pareja tiene celos hacia ti?
- Establece límites claros sobre lo que es aceptable y lo que no en la relación.
- Muestra empatía, pero no permitas que los celos controlen tu vida.
- Sugiere terapia de pareja o individual para abordar el problema de raíz.
4. Los celos no son prueba de amor:
El amor debe basarse en confianza y respeto mutuo, no en desconfianza o control. Si los celos están causando sufrimiento, es fundamental abordarlos para construir una relación saludable y duradera.

El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.

El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.

El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.

