El ingreso involuntario y la estigmatización de la psiquiatría

4 de octubre de 2017

Según el artículo Is psychiatry becoming more coercive? Publicado en el British Medical Journal en julio de 2017, el número de ingresos involuntarios en psiquiatría ha ido aumentando hasta tal punto que a día de hoy en Escocia se dan un 20% más de casos que hace 5 años y en Inglaterra se dan un 30% más que hace 6 años. De hecho, más de la mitad de las admisiones en hospitales psiquiátricos son involuntarias.

El internamiento involuntario es un paso hacia atrás, pues se hacen no tanto enfocados hacia las necesidades del paciente, sino mas bien hacia el miedo que genera los posibles riesgos de no hacerlo. Las formas en que se institucionalizan a los pacientes, van desde pisos tutelados, hasta el encerrar en la prisión a personas mentalmente enfermas, tras haber cometido un delito. Tanto es así, que a día de hoy hay tres veces más personas mentalmente enfermas en prisiones que en los hospitales psiquiátricos.

Además, se están empezando a utilizar estos programas como prisión preventiva, pues se interna a gente que ya ha cumplido su condena en la cárcel, etiquetándolos de trastorno de personalidad peligroso y severo para así no ponerlos en libertad.

El problema principal de estas medidas es que crean barreras sociales, por una parte porque no permiten que los enfermos interactúen con la comunidad puesto que están privados de libertad y por otra porque se asocia el concepto peligroso con el de mentalmente enfermo. Por ello, siempre que sea posible deberían buscarse alternativas que integren mejor al paciente y que promuevan su implicación y colaboración.

En opinión del Dr. Carbonell la potenciación de tratamientos ambulatorios o domiciliarios es el sistema que mejores resultados está dando para tratamiento de la enfermedad mental. Prueba de ello es el sistema australiano.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.