EL MIEDO ANTES DE ACTUAR

3 de abril de 2025

La ansiedad anticipatoria suele ocurrir cuando la persona se preocupa por algo que aún no ha pasado. Las personas con este tipo de ansiedad tienden a imaginar escenarios negativos o catastróficos, lo que provoca un estrés elevado, incluso cuando la situación aún no ha sucedido. 

Según se explica en el artículo, la ansiedad en sí misma no es mala, de hecho, es una respuesta natural del cuerpo. Cuando sentimos ansiedad, es porque nuestro cerebro nos está diciendo que algo importante está por suceder, como una entrevista de trabajo o un examen, y nuestro cuerpo se prepara para afrontarlo. Esto nos ayuda a estar alerta y concentrados. 

Sin embargo, el problema surge cuando la ansiedad es demasiado intensa o aparece en momentos donde no debería. Si la ansiedad empieza a interferir en la vida diaria, como evitar salir de casa, dificultades para dormir o no disfrutar de actividades que antes te gustaban, es cuando se convierte en un problema. En esos casos, la ansiedad puede limitar nuestras acciones, relaciones y bienestar, afectando nuestra calidad de vida. 

En el artículo se explica que la incertidumbre tiene un peso importante en la ansiedad anticipatoria, esta consiste en no saber exactamente qué va a pasar, lo que puede hacernos sentir incómodos o estresados. Sin embargo, la ansiedad anticipatoria es cuando ya asumimos que lo peor va a suceder y creemos que hay un peligro, aunque en realidad esto no sea así.

Hoy en día, vivimos en un mundo donde nos gusta tener todo bajo control y esto hace que nos sintamos más inseguros. La incertidumbre forma parte de nuestra vida, pero al querer controlar todo, cada vez toleramos menos esa incertidumbre, porque sentimos que no estamos cumpliendo con las expectativas de lo que queremos para nuestra vida, y eso nos puede frustrar. Este miedo y esa sensación de incertidumbre a menudo se traducen en ansiedad anticipatoria. 

En opinión del Dr. Carbonell y M. Miranda, recomiendan estar atentos a la presencia de estos pensamientos y al impacto que tienen en nuestra vida diaria, con el fin de buscar el apoyo de un profesional de la salud mental que nos ayude a gestionarlos adecuadamente.


Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.