ENTRE LÁGRIMAS Y LIKES
El acto de grabarse llorando o hacerse un “cryselfie” ha alcanzado más de 200 millones de etiquetas en redes sociales. Lo que antes se percibía como una experiencia íntima y privada, se ha convertido ahora en una fuente de visualizaciones, reacciones y consumo digital.
La generación Z ha transformado la forma en que entendemos y compartimos las emociones propias y ajenas, emergiendo un nuevo lenguaje y una forma de comunicación emocional.
Hemos pasado de ocultar la tristeza a narrarla públicamente, difuminando los límites entre lo íntimo y lo colectivo. Ignasi Puig Rodas, psicólogo, advierte sobre la función de este fenómeno y plantea un dilema clave: ¿estamos expresándonos o exponiéndonos?
Por ello, se recomienda:
- Distinguir entre expresarse públicamente y hacer de la emoción un acto de exhibición
- Diferenciar si buscas liberar el dolor o captar la atención de tus seguidores
- Aprender a utilizar un lenguaje adecuado a la hora de comunicar esas emociones
- Ser conscientes que exponer públicamente conlleva que los demás puedan ver y opinar
En opinión del Dr. Carbonell, a pesar de que hoy en día es habitual compartir tus emociones más íntimas en redes sociales, se debe advertir de la necesidad de preservar entornos seguros y actuar con cautela, ya que las plataformas digitales no siempre garantizan un espacio protegido para la vulnerabilidad emocional.




