¿Soy bipolar?

23 de noviembre de 2015

El término “bipolar” se escucha cada vez más fuera del ámbito psiquiátrico, siendo usado de manera coloquial para referirse a cambios o variaciones en el estado de ánimo de una persona.

Sin embargo para cumplir el diagnóstico de trastorno bipolar no es suficiente tener simples fluctuaciones en el estado de ánimo, puesto que esto es algo que puede entrar dentro de la normalidad.

En el trastorno bipolar, consiste a grandes rasgos en una alteración del estado de ánimo en la que el paciente sufre de manera cíclica fases o episodios eufóricos y depresivos. Hay indicios de inicio en la pubertad o antes, aunque la edad de inicio más frecuente es alrededor de los 20 años.

La fase eufórica, conocida como episodio de manía, hace referencia a un período de un estado de ánimo anormal y elevado en el que se dan algunos de los siguientes síntomas: autoestima exagerada, disminución de la necesidad de dormir, estar más hablador de lo habitual, sensación de pensamiento acelerado, estar más distraído, aumento de la actividad o agitación e implicación excesiva en actividades placenteras con riesgo de consecuencias negativas, por ejemplo enzarzarse en compras irrefrenables o realizar indiscreciones sexuales.

En algunos pacientes esta fase puede darse de manera menos marcada, conociéndose como episodio hipomaniaco.

Por su parte la fase depresiva se caracteriza por experimentar fuertes sentimientos de desesperanza y suelen darse algunos de los siguientes síntomas: tristeza la mayor parte del día la mayoría de los días, pérdida de la capacidad de placer en la mayoría de actividades, cambios en el peso, cambios en los patrones de sueño, pérdida de energía, sentimientos de inutilidad y dificultad para concentrarse entre otros.

El trastorno bipolar puede tratarse, por lo que la persona que lo padece puede llevar una vida normal y satisfactoria siempre y cuando lleve a cabo el tratamiento y seguimiento prescrito por su psiquiatra .

Dadas las características de la fase eufórica, existe un riesgo de que el paciente crea que no necesita medicación, ya que la persona está influenciada por un optimismo y energía desbordante propios de esta fase. Sin embargo, esto provocaría que los síntomas reaparezcan o sean peores.

Por ello es muy importante y útil la psicoeducación como parte del tratamiento, en la que se educa al paciente para que conozca su enfermedad y aprenda a detectar los primeros síntomas.

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