Aceptación o resignación
17 de junio de 2020
Para la mayoría de las personas, tener bienestar emocional es estar siempre bien anímicamente, pero esta creencia es errónea ya que la tristeza, la frustración o la ira también forman parte de nuestra vida e ignorarlas cuando las sentimos puede producir ansiedad o depresión. Para conseguir llevar mejor situaciones no deseadas como pérdidas o el fracaso, existe la aceptación, una herramienta importante para el bienestar personal.
La aceptación
se podría definir como la capacidad de reconocer situaciones no deseadas para aprender a asumirlas y así superarlas. La diferencia con la resignación es que tienen consecuencias diferentes. La resignación significa no actuar, mientras que la aceptación nos lleva a pensar en otras posibilidades para mejorar nuestra situación.
Cuando la aceptación es a uno mismo, a sentirnos como realmente somos, estaríamos refiriéndonos a la autoaceptación. Reconocer nuestras capacidades pero también nuestros límites. Esto nos permite saber que podemos cambiar y así poder gestionar mejor las inseguridades.
Con ayuda de profesionales de la salud mental, podremos trabajar la aceptación para mejorar la autoestima y aprender a centrarnos en el presente. También favorece a tener relaciones sociales sanas. Hay que tener en cuenta, que la aceptación forma parte del desarrollo personal y es clave para superar situaciones que nos han sido difíciles, como la pérdida de un familiar.
En opinión del Dr. Carbonell, la ayuda de un profesional de la salud mental nos puede encaminar en hacer un proceso de aceptación más rápido y saludable, evitando las complicaciones que puede generar la resignación, pudiendo llegar a generar ansiedad o depresión.

El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.

El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.

El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.

