Fobias tras la pandemia
16 de junio de 2020
Los cambios que ha provocado la crisis del Covid-19 en la sociedad podrán tener efecto en las personas a corto, medio y largo plazo. Las nuevas rutinas que se han establecido como usar mascarillas o lavarse las manos de forma continuada pueden generar consecuencias a nivel psicológico en algunas personas.
Candela Molina, psicóloga, explica en el artículo “Las fobias sociales que van a aumentar tras la pandemia” (ABC, 2020) los efectos a corto plazo que ha generado la pandemia son estado de shock, ansiedad, incertidumbre, miedo, preocupaciones excesivas, etc. Los efectos a medio y largo plazo, comenta que son más difíciles de determinar, pero lo más probable es que surjan fobias, es decir, miedo excesivo o temor a situaciones, cosas o personas. El confinamiento también pueden hacer que aparezcan otras enfermedades como la depresión.
Algunos ejemplos de fobias, que son posibles que aparezcan tras la pandemia son:
- Fobia al contagio. Este miedo se produce debido a la situación de peligro e incertidumbre que hemos vivido.
- Fobia a la enfermedad. Cuando de forma habitual consultamos internet o vamos mucho a urgencias por síntomas aparentemente físicos, hará que nos genere cierta ansiedad y que aumente nuestra preocupación por la salud.
- Agorafobia. Es temor a lugares públicos, a aglomeraciones, … Esto lleva a la persona a no salir mucho de casa ya que tiene miedo a que suceda algo.
- Fobia social. Debido a las restricciones en el contacto social, puede hacer que algunas personas tengan miedo a retomarlo y tarden en socializar.
En opinión del Dr. Carbonell, es normal que tras un cambio en los hábitos cotidianos tan brusco, el proceso de adaptación puede generar trastornos como las fobias mencionadas. Es importante recurrir a un profesional de la salud mental para tratarlas y que no evolucionen a una enfermedad más grave.
Los cambios estacionales como las altas temperaturas o el frío pueden suponer un papel importante en la variación emocional de algunas personas, pero más allá de esto, los ciclos anuales de invierno, primavera, verano y otoño, también pueden interferir en el comportamiento y estado de ánimo. En el artículo Echeburúa, E. denomina a este suceso como “meteorosensibilidad”, esto se puede manifestar de diferentes formas: - En zonas geográficas o épocas en las que hay inviernos largos con poca luz solar se produce una disminución de serotonina (neurotransmisor clave para el estado de ánimo, la motivación y la energía) y alteraciones en la melatonina que pueden producir trsiteza, pensamientos negativos, cansancio, sentimientos de culpabilidad, entre otros. - En zonas donde hay mucho viento se asocia con sensación de irritabilidad, agobio, insomnio y fatiga. También con nerviosismo, problemas de concentración y dolores de cabeza. - En casos de olas de calor bruscas pueden descompensar a pacientes con ciertos trastornos mentales graves. En opinión del Dr. Carbonell y M. Miranda, es importante tener en cuenta como influyen estos factores en nuestro estado de ánimo, sobre todo en personas que ya se encuentran en manos de profesionales de la salud mental, para así poder llevar a cabo un buen seguimiento y apoyo ante la posibilidad de experimentar alguno de estos síntomas.

El Dr. José Carbonell explica que cuando alguien rompe una relación y deja un vacío lleno de dolor, es normal sentirse destrozado y vivir un proceso de duelo. Subraya que no se puede forzar a otra persona a quedarse, por lo que lo esencial es aceptar su decisión y empezar a mirar por uno mismo. Recomienda dar espacio, cortar los contactos que dificulten la recuperación y permitirse sufrir sin buscar compensaciones inmediatas. Señala que este tiempo de reconstrucción personal ayuda a reconectar con uno mismo, crecer y transformarse en una mejor versión, recordando que siempre habrá luz al final del túnel.

El Dr. José Carbonell explica que cuando el sexo en pareja deja de ser satisfactorio, lo fundamental es hablarlo con claridad y complicidad , aunque resulte difícil expresarlo. Señala que es importante comunicar si el deseo ha cambiado o si la experiencia ya no resulta gratificante, y hacerlo sin miedo, buscando soluciones conjuntas. Recomienda, además, recurrir a un terapeuta o especialista en sexualidad si la comunicación directa no basta, de manera que se pueda intentar recuperar la conexión antes de considerar el fin de la relación.


