Comer nutritivo en lugar de contar calorías

11 de septiembre de 2015

Nuevas investigaciones sugieren que no todas las calorías son iguales. Así, por ejemplo, beber un refresco de lata a diario, que posee unas 150 calorías, está vinculado con un aumento del riesgo de desarrollo de diabetes 2. Por el contrario, ingerir determinados alimentos más calóricos pero más nutritivos, como tomar cuatro cucharadas de aceite de oliva extra o comer un puñado de nueces, ambas opciones de 500 calorías aproximadamente, están vinculadas con un menor riesgo de padecer enfermedades cardiacas y cerebrovasculares.

Según el Dr. ASEEM Malhorta, cardiólogo del hospital Frimley Park, en Reino Unido, es importante cambiar el enfoque de contar calorías y hacer hincapié en la calidad de los alimentos más que en la cantidad. Esto ayudará a reducir la obesidad y sus enfermedades asociadas. El consumo de grasas trans, comunes en la comida rápida, puede aumentar los niveles de marcadores inflamatorios en la sangre en cuestión de semanas, afirma el Dr. Malhorta.

Las calorías no son todas iguales y no tienen los mismos efectos en nuestra salud y peso . Así, las calorías de los alimentos procesados como bollería industrial, patatas de bolsa, refrescos azucarados etc., aumentan los niveles de azúcar en sangre cayendo en picado poco después, lo que nos vuelve a provocar hambre además de dejarnos cansados. Sin embargo, los alimentos saludables, como frutas, verduras, pan, cereales, arroz y pasta integrales, se digieren y liberan la energía más lentamente aportando una mayor sensación de saciedad.

En cualquier caso, no debemos centrarnos tanto en el número de calorías que ingerimos, sino más en la calidad y variedad de los alimentos. Aún así, es aconsejable procurar que las cantidades sean razonables, lo que probablemente será más fácil si aportamos a nuestro organismo los nutrientes adecuados, ya que nos sentiremos más saciados, disminuyendo las posibilidades de necesitar grandes cantidades de comida.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.