Por qué debemos hablar de alcohol con los niños a partir de los 9 años

14 de septiembre de 2015

Según expertos de la Academia Americana de pediatría, los padres y doctores deben empezar a abordar el tema del alcohol a partir de los 9 años.

Recientemente, la revista Pediatrics ha publicado el informe “Binge Drinking” (borracheras) en el que se recoge que hasta un 50% de los estudiantes de secundaria beben alcohol, entre los cuales, el 60% beben en exceso. El alcohol es la sustancia de la que se abusa con más frecuencia por parte de niños y adolescentes, pero al tratarse de una sustancia legal, se minimizan sus consecuencias.

Los niños empiezan a desarrollar sus impresiones sobre el alcohol ya a los 9 años, explica la Dra. Siqueira, coautora del informe, por ello es importante empezar a tratar el tema a esta edad. La idea es influir sobre las creencias de los niños antes de que ellos ya se hayan formado una impresión positiva, pues es mucho más complicado transformar después esa creencia.

Parte del problema también reside en cómo beben los adolescentes. A menudo mezclan bebidas y sobre todo beben muy rápido. A veces directamente de la botella con el objetivo de emborracharse lo antes posible.

No debemos infravalorar las consecuencias de las “borracheras” sobre todo en edades tempranas ya que se pueden interrumpir procesos clave del desarrollo cerebral y aumentar el riesgo de desarrollar un trastorno crónico de consumo de alcohol. Por otra parte cabe recordar que casi un tercio de los accidentes de tráfico mortales entre jóvenes de 15-20 años implica alcohol, según el informe.

¿Cómo deben actuar los padres?

  • En primer lugar, debemos intentar hablar del tema siempre que se presente la ocasión. El alcohol está en todas partes, publicidad, películas, vallas publicitarias etc. Cuando veamos que el niño está fijándose en algo relacionado con el alcohol, por ejemplo, en alguien que bebe en exceso en una película, es bueno sacar el tema, en lugar de hacer como si fuera algo aceptable.
  • Dar ejemplo. No pasa nada si bebemos una copa de vino delante de los niños. Dejar que nos vean ebrios o bebiendo en exceso no es tan buena idea.
  • Debemos proporcionar intimidad cuando les llevemos a su doctor. Los niños no se sentirán juzgados y podrán hablar más libremente sobre éste y otros temas.

 

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.