¿Cómo mejorar la capacidad de adaptación en los niños?
3 de junio de 2020
El desarrollo de una persona y su camino por las diferentes etapas de la vida implica haber pasado por experiencias que nos han obligado a adaptarnos. Para esto, hemos utilizado herramientas (esquemas de pensamiento) que aprendimos en momentos anteriores.. Aunque a veces no nos sirven y tenemos que buscar nuevos para que nos ayuden. La flexibilidad cognitiva
es la habilidad que nos ayuda a adaptar nuestra forma de actuar en cada circunstancia.
En el caso de los niños, ellos necesitan rutinas fijas para poder conseguir una estabilidad. Sus formas de actuar y de pensar son más rígidos, ya que la flexibilidad aún no se ha desarrollado lo suficiente y por eso necesitan más ayuda para solucionar los retos con los que se encuentran. Por eso, se recomienda ir ejercitando la flexibilidad cognitiva para que el futuro, cuando sean adultos, la apliquen con mayor facilidad.
A continuación, os proponemos las siguientes pautas
para que nuestros hijos vayan poniendo en práctica la flexibilidad cognitiva.
- Realizar actividades creativas, ya sea lo artístico como el juego imaginativo.
- Crear momentos en casa de debate, por ejemplo, cuando leemos un cuento o vemos una película preguntar a nuestros hijos sobre su opinión. Después también deberán escuchar las opiniones de los demás.
- Negociar ciertas normas con nuestros hijos. Esto les ayudará a comprender el porqué de los límites.
- Buscar un día a la semana que sea diferente a la rutina. La improvisación también ayuda a potenciar la flexibilidad cognitiva.
En opinión del Dr. Carbonell, siempre que hay que buscar maneras de mejorar las habilidades y las capacidades de los niños y adolescentes que les preparará mejor de cara al futuro. Aprender buenos esquemas desde la infancia nos ayudará a resolver los conflictos de una forma más efectiva de adultos.

El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.

El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.

El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.

