¿Cómo recibir la jubilación de una forma positiva?
11 de noviembre de 2019
La sociedad percibe la jubilación de dos formas. Por un lado, como una etapa vinculada con el descanso y el tiempo libre. Y por otro, como una fase de declive, el momento que dejas de ser activo. La jubilación supone el retiro laboral tras toda una vida trabajando. Cada persona asimila de forma diferente este cambio. Hay personas que la esperan con ganas mientras que otras la temen. “Jubilación y psicología: ¿Cómo preparar esta nueva etapa?”
En el artículo (La vanguardia, 2019) Xavier Savin, psicólogo, comenta una serie de consejos para cambiar la creencia de que la jubilación significa no estar activos.
Primero, la jubilación es la finalización del trabajo, pero no de estar activos. Por eso hay que buscar algún talento o actividad de ocio, que nos guste o que nos parezca interesante aprender/conocer.
Segundo, para evitar la sensación de vacío o de falta de objetivos, hay que marcarse un horario, cuidar nuestra imagen personal y pasar tiempo con gente que comparta intereses parecidos a los nuestros. Aislarse es el peor remedio para este proceso.
Por último, otro consejo es preparar psicológica y emocionalmente esta etapa. La Organización Mundial de la Salud revela que de las personas que sufren depresión en el mundo, el 12% son mayores de 65 años. Esta cifra refleja la importancia de tener bienestar emocional. Es importante que las personas después de invertir años en un trabajo, al acabar continúen sintiéndose útiles para la sociedad y para su entorno. Así se conseguirá mejorar la autoestima y la confianza en uno mismo.
A modo de prevención, es importante no centrarnos exclusivamente en el trabajo y desarrollar otras áreas de nuestra vida. Así pues, si damos un peso importante a la familia, los amigos, tener hobbies, etc., nos será más fácil jubilarnos.
En opinión del Dr. Carbonell es importante redefinir el concepto de jubilación hacia nuevas oportunidades. Cuando una persona es capaz de utilizar su “nuevo tiempo” para realizar nuevos objetivos o intereses, evita la tristeza, el desánimo, la falta de motivación y la apatía. Se debe de seguir luchando contra el estereotipo de que la jubilación es declive o inactividad.

El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.

El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.

El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.

