El estrés laboral incrementa el riesgo de ictus cerebral

10 de julio de 2019

Algunas condiciones laborales como el trabajo nocturno, turnos irregulares y altos niveles de estrés en el entorno laboral han sido relacionados con perjuicios graves en nuestra salud y con el riesgo de sufrir determinadas enfermedades. El estrés laboral es un concepto al que actualmente se le presta más atención debido a los problemas de salud que se derivan de él. Ahora, el diario ABC ha publicado el 20 de junio de este año un artículo refleja la investigación de la revista Stroke de la Asociación Americana del Corazón, cuyos resultados relacionan un mayor número de horas de trabajo con un mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular o ictus, especialmente si esta larga jornada laboral se mantiene durante 10 años o más.

El ictus es una enfermedad cerebrovascular que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro impidiendo su flujo normal o taponando el vaso sanguíneo impidiendo que llegue oxígeno al cerebro.

El estudio, que fue realizado por el Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica en Francia (Inserm), revisando los datos del estudio CONSTANCES, examinó esta relación en un grupo de más de 100.000 personas. De estas, 1.224 sufrieron un ictus. Casi un 30% de los encuestados reconoció tener una jornada laboral larga y el 10% afirmó haber mantenido esta larga jornada de trabajo durante 10 años o más.

Los resultados del estudio demostraron que aquellas personas que trabajaban muchas horas tenían un riesgo de un 29% mayor de ictus y esta probabilidad aumentaba hasta un 45% en aquellas que mantuvieron esta condición laboral durante 10 o más años.

Además, y según los datos, los investigadores explican que parece que los efectos de una larga jornada varían según el tipo de trabajo que realice la persona: los más afectados fueron dueños de negocios, directores ejecutivos, agricultores y gerentes.

En opinión del Dr. Carbonell, una vez más queda evidenciado el riesgo entre estrés e infarto cerebral. Como se puede ver, el efecto es acumulativo a lo largo de los años y aquellos puestos más estresantes son los que tienen más riesgo de padecerlo.

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Los cambios estacionales como las altas temperaturas o el frío pueden suponer un papel importante en la variación emocional de algunas personas, pero más allá de esto, los ciclos anuales de invierno, primavera, verano y otoño, también pueden interferir en el comportamiento y estado de ánimo.  En el artículo Echeburúa, E. denomina a este suceso como “meteorosensibilidad”, esto se puede manifestar de diferentes formas: - En zonas geográficas o épocas en las que hay inviernos largos con poca luz solar se produce una disminución de serotonina (neurotransmisor clave para el estado de ánimo, la motivación y la energía) y alteraciones en la melatonina que pueden producir trsiteza, pensamientos negativos, cansancio, sentimientos de culpabilidad, entre otros. - En zonas donde hay mucho viento se asocia con sensación de irritabilidad, agobio, insomnio y fatiga. También con nerviosismo, problemas de concentración y dolores de cabeza. - En casos de olas de calor bruscas pueden descompensar a pacientes con ciertos trastornos mentales graves. En opinión del Dr. Carbonell y M. Miranda, es importante tener en cuenta como influyen estos factores en nuestro estado de ánimo, sobre todo en personas que ya se encuentran en manos de profesionales de la salud mental, para así poder llevar a cabo un buen seguimiento y apoyo ante la posibilidad de experimentar alguno de estos síntomas.
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El Dr. José Carbonell explica que cuando alguien rompe una relación y deja un vacío lleno de dolor, es normal sentirse destrozado y vivir un proceso de duelo. Subraya que no se puede forzar a otra persona a quedarse, por lo que lo esencial es aceptar su decisión y empezar a mirar por uno mismo. Recomienda dar espacio, cortar los contactos que dificulten la recuperación y permitirse sufrir sin buscar compensaciones inmediatas. Señala que este tiempo de reconstrucción personal ayuda a reconectar con uno mismo, crecer y transformarse en una mejor versión, recordando que siempre habrá luz al final del túnel.
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El Dr. José Carbonell explica que cuando el sexo en pareja deja de ser satisfactorio, lo fundamental es hablarlo con claridad y complicidad , aunque resulte difícil expresarlo. Señala que es importante comunicar si el deseo ha cambiado o si la experiencia ya no resulta gratificante, y hacerlo sin miedo, buscando soluciones conjuntas. Recomienda, además, recurrir a un terapeuta o especialista en sexualidad si la comunicación directa no basta, de manera que se pueda intentar recuperar la conexión antes de considerar el fin de la relación.