¿Eres pasivo agresivo?

18 de enero de 2018

El comportamiento pasivo agresivo deriva de la incapacidad de expresar la ira de una forma sana. Los sentimientos pueden reprimirse hasta el punto de que nadie a su alrededor se da cuenta que está enfadado o resentido.

Las personas pasivo agresivas convierten el abuso en algo sutil, disfrazándolo con acciones que aparentan ser normales, como las demostraciones de afecto.

Esta nociva tendencia va minando las diferentes áreas de nuestra vida (trabajo, familia, amistades, pareja…). A nivel emocional, ser pasivo agresivo genera y mantiene emociones destructivas.

Dadas las posibles consecuencias, es conveniente examinar nuestras vidas en busca de signos de comportamientos pasivo-agresivos. La siguiente lista recoge las características principales:

Nunca dicen que no

Las personas con comportamientos pasivo-agresivos no dicen “No estoy dispuesto a hacer esto” o “Me parece una mala idea…”. Decir que no, no suele estar bien visto, así que si actúas pasivo-agresivamente siempre cederás a los demás, tomando el rol de víctima.

Quejas constantes y de baja intensidad

En lugar de decir “no” clara y firmemente, el pasivo-agresivo puede recurrir a quejarse de una forma sutil.

Me he pasado la noche sin dormir para ayudarte con tu trabajo… ahora estaré agotado todo el día…, pero no me importa, yo hago lo que sea para ayudarte….”

Quejarse es un comportamiento humano universal. Pero si tu queja es crónica, es probable que sea un signo de comportamiento pasivo-agresivo.

Mensajes ambiguos

La comunicación pasivo-agresiva a menudo es incongruente mandando un mensaje mixto: la queja, y al mismo tiempo la negativa a aceptar el remedio ofrecido.

Por ejemplo, mientras recoges el desorden de alguien, la persona causante del desorden se ofrece a limpiarlo ella misma. La persona pasivo agresiva declinará la oferta para poder seguir culpándola, lo que le aporta una dosis de superioridad moral, jugando el rol de víctima.

Insultos encubiertos como cumplidos

El resentimiento reprimido puede aparecer en cumplidos con insultos indirectos.

¡Qué bonito vestido! Estás casi tan guapa como tu hermana.

Cuando las personas se conocen bien, el componente negativo puede ser encubierto, pero claramente comprendido.

“Olvidar”, Ocultar Información o perder cosas…

Puede coger una llamada que alguien ha estado esperando y ‘accidentalmente’ olvidar transmitir el mensaje. Es posible que sabiendo algo importante “olvide” mencionar los detalles críticos. Este comportamiento pasivo-agresivo puede hacer que las personas con las que trabaja parezcan incompetentes.

Colocar documentos cruciales en un lugar seguro donde nadie más los busque y luego “olvidar” dónde están. Perder mensajes para retrasar un proyecto. Se puede explicar esto como distracción, pero es probable que sea un comportamiento pasivo-agresivo.

Silencio

La falta de respuesta puede ser un comportamiento pasivo-agresivo.

Un paso más allá del “olvido”, el silencio es otra estrategia pasivo agresiva de evitación. El comportamiento pasivo-agresivo clásico se niega a reconocer la presencia de la otra persona. Esta puede preguntar qué sucede, pero no responderá. Así la otra persona puede perder los estribos, logrando el pasivo agresivo sentirse superior.

Cotilleos

Son típicos comportamientos como contar anécdotas supuestamente “divertidas” sobre alguien , pero que en realidad son en cierto grado humillantes, o describir un conflicto omitiendo información importante para dejar mal a la otra persona y quedar como la víctima aunque no sea así.

Ir lentamente

Si te molesta que te pidan que hagas algo y no quieres asumir la responsabilidad de rechazarlo, puedes trabajar a paso de tortuga. En el trabajo, puedes llegar tarde, tomar largos descansos u obsesionarte con las minucias para que un proyecto no se realice a tiempo.

Demasiado ocupado

Estar ocupado permite evitar hacer lo que ha acordado asumiendo otros compromisos. Puede decirle constantemente a la persona que se está evitando: Quiero hacer esto, estaré allí tan pronto como termine X. Si realiza X antes de lo esperado, siempre puede asumir otro compromiso que pospondrá la tarea que no desea realizar.

Molestar “sin querer”

La mayoría de las personas tiene cosas específicas que los molestan. Los pasivo agresivo son propensos a desencadenar estas respuestas accidentalmente. Esto puede ser físico, como hacer un ruido que sabes que molesta al otro u “olvidar” que es alérgico a algo…

Conclusión

El comportamiento pasivo-agresivo es difícil de afrontar porque es fácil confundir y atribuirlo a otros motivos. Los seres humanos cometemos errores. Algunas veces realmente olvidamos o perdemos cosas, o no acabamos tareas que nos importan porque surge una emergencia.

Si te das cuenta de que has caído en hábitos pasivo-agresivos, no te desesperes. Los hábitos pueden ser cambiados. Una vez que identifiques lo que va mal, tienes el poder de cambiarlo.

Según el Dr. Carbonell, el identificar estos rasgos en los demás o en uno mismo, nos puede ayudar a modificarlos, idealmente con la ayuda de un profesional, y mejorar así la calidad de vida de quien los padece o protegerse en el caso de convivir con alguien con estas características.

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El Dr. José Carbonell, médico y psiquiatra, reflexiona en este mensaje sobre una de las trampas emocionales más comunes tras una ruptura o una gran discusión de pareja: quedarnos esperando . Muchas veces, después de que una relación se rompe, nace la esperanza de que tal vez todo vuelva a su cauce, de que la persona con la que compartíamos la vida reflexione, cambie y regrese. Nos aferramos a la idea de que lo que fue puede reconstruirse, de que ese proyecto de vida que diseñamos juntos aún puede tener sentido. Sin embargo, Carbonell advierte que esta espera nos paraliza y nos hace perder tiempo vital . Mientras deseamos que la otra persona reconsidere sus decisiones, dejamos de vivir el presente. Posponemos nuestra recuperación emocional, nuestras metas personales y, lo más grave, nuestra vida misma, esperando algo que tal vez nunca suceda. Además, el doctor señala que, muchas veces, la otra persona ya está en otra etapa , ha dado pasos hacia adelante e incluso puede haber pasado de un sentimiento de amor a indiferencia o rechazo. En cambio, quien espera se queda anclado a un pasado idealizado que ya no existe. Vivir de esa forma es hipotecar el futuro por una esperanza que no depende de nosotros. Por eso, el llamado es claro: deja de esperar . Centra tu atención en ti, en reconstruir tu autoestima, en recuperar tus proyectos, tu bienestar, tus ilusiones. Invierte en ti y en tu vida sin estar condicionado por lo que otra persona haga o deje de hacer. Solo así podrás avanzar, crecer y abrirte a nuevas experiencias que sí estén alineadas con tu presente y con tu valor.  Carbonell concluye animando a compartir experiencias sobre cómo cada uno ha gestionado este tipo de situaciones, reconociendo que sanar es un proceso individual pero más llevadero cuando se hace en comunidad y con consciencia.