Estimulación magnética transcraneal como tratamiento para la depresión

19 de junio de 2017

La relación entre cuerpo y mente es un fenómeno de sobras conocido, que supone que nuestro estado de ánimo y mental, puede influir en nuestra salud física, produciendo por ejemplo, más predisposición para coger un resfriado. Además, al ser un vínculo bidireccional, también podemos ver los efectos de una enfermedad o de nuestro estilo de vida en nuestras capacidades mentales.

Si tenemos en cuenta, que un cambio en el cuerpo puede afectar al estado de ánimo o a la capacidad cognitiva , ya podemos anticipar como un cambio en el cerebro, puede afectar a dicho estado de ánimo.

Partiendo de esta base y tal como recoge el artículo transcranial magnetic stimulation in clinical practice publicado en el BjPsych, se ha desarrollado la estimulación magnética transcraneal como tratamiento para la depresión. Tal como su nombre indica, consiste en aplicar estimulación electromagnética en el cerebro, pero ¿qué pretende conseguir? La intención es cambiar la plasticidad cerebral y volver a fortalecer o reorganizar circuitos que durante la depresión fueron dañados, para así y volviendo al concepto de bidireccionalidad, mejorar nuestro ánimo deprimido.

 Aunque no es el primer tratamiento que suele ofrecerse para la depresión y no está indicado para todo tipo de pacientes, si que ha demostrado ser eficaz, llegando a triplicar la velocidad de remisión y a ser cinco veces más eficaz que otros tratamientos en pacientes resistentes a otros tratamientos.

Según el dr. Carbonell este nuevo tratamiento es prometedor pero todavía tiene algunos contras. Por ejemplo, el precio por sesión y en segundo lugar por ejemplo la duración del efecto terapéutico del mismo, entre otros. Por consiguiente, dista ser de la panacea para el tratamiento de la depresión aunque se puede tener en cuenta como posible coadyugante. Si es cierto que en estos momentos también esta siendo empleado para el tratamiento de adicciones, demencias, etc. Una herramienta terapéutica que todavía tiene que demostrar su verdadera efectividad.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.