Evitar el ciberbullying

30 de septiembre de 2015

Con el acceso global a las nuevas tecnologías, últimamente los casos de ciberbullying están alcanzando un volumen y una repercusión muy importantes. Evitarlos es posible pero requiere el concierto de colegios, profesores y padres ya que existe una alarmante laguna de información en aulas y hogares respecto a la seguridad de los menores asociada a las tecnologías y al uso que hacen de ellas.

Pero vayamos por pasos. ¿Qué es el ciberbullying? El ciberbullying se puede definir como el acoso entre iguales que se ejerce mediante el uso de las nuevas tecnologías. Varios estudios apuntan que entre un 10% y un 15% de los niños ha sufrido alguna vez intimidación y un porcentaje similar acaban convertidos en acosadores. En realidad, no existe un medio eficaz para proteger a los niños sino que para ello hay que educarlos para que ellos mismos activen ciertos mecanismos y sean precavidos. Por ejemplo, que aprendan a hacer un uso responsable de las cámaras de los dispositivos, que no den su número a desconocidos ni compartan sus imágenes personales, etc.

A continuación, enumeramos una serie de consejos útiles a la hora de evitar el ciberbullying en redes sociales:

  • Hablar en casa sobre estos temas para saber identificar los casos, tanto de víctimas como de acosadores.
  • Explicarle al niño que si le proponen entrar en un grupo de Whatsapp, debe pedirles consejo a padres y educadores.
  • Enseñarles a no proporcionar datos personales ni compartir fotografías. Las fotos, mejor de paisajes y no de personas.
  • Eliminar la falsa creencia de anonimato e impunidad. Los adolescentes creen que no dejan rastros de su identidad y eso no es cierto.

Estos son solos algunos ejemplos que podemos poner en práctica para que nuestros hijos no se expongan a sufrir acoso en las redes sociales. Existen muchos más y, como siempre, lo prioritario para los jóvenes es la educación y las conductas que les enseñemos.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.