Inflamación cerebral en la depresión
8 de abril de 2020
Un artículo publicado por el grupo de investigación de Jeff Meyer en 2018, del Centro para la Adicción y Salud Mental (CAMH) de Canadá, demuestra que una depresión de larga duración se vincula con inflamación y cambios estructurales del cerebro. Alteraciones similares también se pueden observar en enfermedades degenerativas, como Alzheimer y Parkinson.
El estudio consistió en analizar imágenes del cerebro midiendo la inflamación, utilizando la tomografía por emisión de positrones (PET). El estudio tiene en cuenta tanto la duración de la depresión como si el paciente estaba o no en tratamiento.
Los resultados demostraron que las personas con depresión de larga duración, con períodos sin tratamiento, tienen una inflamación cerebral
mayor que aquellas que sufren una depresión de corta duración. Igualmente, aquellos que habían sufrido depresión de más larga duración presentaron mayores cambios estructurales del cerebro.
La investigación, también, demostró que si la depresión se trata a medida que avanza se disminuye la inflamación y la alteración estructural del cerebro. Y recomiendan por ello, que hay que actuar de manera rápida frente a la depresión para evitar que todos estos cambios se produzcan a nivel cerebral.
En opinión del Dr. Carbonell, este artículo basado en neuroimagen demuestra, una vez más, la importancia de que se trate la depresión como una seria enfermedad. Precisa de identificarla lo antes posible para poder tratarla de manera rápida.

Imagen del cerebro. Extraída del estudio realizado por Jeff Meyer

El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.

El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.

El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.

