La cocaína provoca alteraciones en la función y estructura del cerebro

23 de febrero de 2016

Un equipo de científicos del hospital de Sant Pau de Barcelona, el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell) y la Universidad Autónoma de Barcelona han demostrado, por primera vez, que la cocaína altera las funciones cerebrales y modifica su estructura.

En el estudio, publicado en la revista Addiction Biology, participaron 30 personas adictas a la cocaína en fase de desintoxicación. Los participantes realizaron un juego de azar y los investigadores observaron sus cerebros mediante técnicas de neuroimagen.

Las resonancias magnéticas mostraron que los consumidores de cocaína tenían una zona primitiva del cerebro hiperactivada. Se trata del estriado ventral, una parte del llamado “circuito de recompensa “, vinculado a favorecer comportamientos básicos, más bien automáticos e impulsivos, como comer o el sexo. Los expertos advirtieron que esta hipersensibidad contrastaba con una menor actividad en otra parte del cerebro mucho más evolucionada, la corteza prefrontal, encargada de regular la propia conducta . “Ante condiciones adversas, en este caso era que fallaban en una apuesta, los voluntarios sanos activaban la corteza prefrontal para afrontarlo, pero esta zona estaba desactivada en los consumidores de cocaína”, señala el doctor Jordi Riba, investigador principal del estudio.

Además, también se han descubierto cambios en la estructura del cerebro. “Vemos que, en la materia gris, se ha reforzado el circuito de recompensa y las conexiones entre ellas mientras que baja el tamaño de la materia blanca fuera del área de recompensa”, explica el médico. Estos cambios suponen que las estructuras de gratificación se ven reforzadas mientras que las que regulan de la conducta y la atención resultan mermadas.

Este hallazgo nos explica por qué la gente no cesa en el consumo y tiene tantas recaídas. No es por simple debilidad o falta de fuerza de voluntad, es que la estructura cerebral ha cambiado “, concluye Riba.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.