La depresión en niños afecta a su desarrollo cerebral

29 de diciembre de 2015

Una reciente investigación realizada en la Universidad de Washington y publicada en la revista JAMA Psychiatry, revela que los niños que habían sufrido depresión clínica en los primeros años de vida tienen más riesgo de sufrir anomalías en  el desarrollo cerebral.

Para realizar el estudio se llevó a cabo una evaluación psiquiátrica y una resonancia magnética funcional (IRMf) a  193 niños divididos en dos grupos, los que habían sido diagnosticados de depresión clínica en la etapa preescolar y los que no habian sido afectados por esta patología.  Las evaluaciones se realizaron dos veces, una cuando los niños tenían entre 6 y 8 años y otra cuando tenían entre 12 y 13. Los resultados mostaron que  los niños diagnósticados con depresión poseían un menor volumen de materia gris.

“Lo más importante de estos hallazgos es que nos permitieron ver cómo las experiencias de la vida, como un episodio depresivo, pueden cambiar el cerebro”,  explica Joan L. Luby, autora de la investigación. “Tradicionalmente concebíamos al cerebro como un órgano que tiene un desarrollo predeterminado, pero nuestra investigación demuestra que las experiencias  – incluidos los estados de ánimo depresivos, la exposición a la pobreza y la falta de crianza adecuada- tienen un impacto físico en el crecimiento y desarrollo del cerebro”, añade la autora cuya investigación establece que los niños pueden padecer depresión con solo 3 años de edad.

En resumen, este estudio pone de manifiesto la asociación entre depresión infantil  y  cambios anatómicos en el cerebro así como su  impacto negativo en el desarrollo neuronal.  En consecuencia, esta investigación nos debe sensibilizar a identificar y tratar lo antes posible la depresión en los niños.

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Los cambios estacionales como las altas temperaturas o el frío pueden suponer un papel importante en la variación emocional de algunas personas, pero más allá de esto, los ciclos anuales de invierno, primavera, verano y otoño, también pueden interferir en el comportamiento y estado de ánimo.  En el artículo Echeburúa, E. denomina a este suceso como “meteorosensibilidad”, esto se puede manifestar de diferentes formas: - En zonas geográficas o épocas en las que hay inviernos largos con poca luz solar se produce una disminución de serotonina (neurotransmisor clave para el estado de ánimo, la motivación y la energía) y alteraciones en la melatonina que pueden producir trsiteza, pensamientos negativos, cansancio, sentimientos de culpabilidad, entre otros. - En zonas donde hay mucho viento se asocia con sensación de irritabilidad, agobio, insomnio y fatiga. También con nerviosismo, problemas de concentración y dolores de cabeza. - En casos de olas de calor bruscas pueden descompensar a pacientes con ciertos trastornos mentales graves. En opinión del Dr. Carbonell y M. Miranda, es importante tener en cuenta como influyen estos factores en nuestro estado de ánimo, sobre todo en personas que ya se encuentran en manos de profesionales de la salud mental, para así poder llevar a cabo un buen seguimiento y apoyo ante la posibilidad de experimentar alguno de estos síntomas.
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El Dr. José Carbonell explica que cuando alguien rompe una relación y deja un vacío lleno de dolor, es normal sentirse destrozado y vivir un proceso de duelo. Subraya que no se puede forzar a otra persona a quedarse, por lo que lo esencial es aceptar su decisión y empezar a mirar por uno mismo. Recomienda dar espacio, cortar los contactos que dificulten la recuperación y permitirse sufrir sin buscar compensaciones inmediatas. Señala que este tiempo de reconstrucción personal ayuda a reconectar con uno mismo, crecer y transformarse en una mejor versión, recordando que siempre habrá luz al final del túnel.
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El Dr. José Carbonell explica que cuando el sexo en pareja deja de ser satisfactorio, lo fundamental es hablarlo con claridad y complicidad , aunque resulte difícil expresarlo. Señala que es importante comunicar si el deseo ha cambiado o si la experiencia ya no resulta gratificante, y hacerlo sin miedo, buscando soluciones conjuntas. Recomienda, además, recurrir a un terapeuta o especialista en sexualidad si la comunicación directa no basta, de manera que se pueda intentar recuperar la conexión antes de considerar el fin de la relación.