La influencia del temperamento en la edad adulta.
21 de mayo de 2020
El temperamento
se puede definir como la forma en que las personas responden emocional y conductualmente a la situaciones cotidianas.
Un estudio, publicado en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences”, analizó como el temperamento en la infancia influye en cómo será nuestra vida de adultos. Los resultados indicaron que aquellos adolescentes sensibles a cometer errores tienen un mayor riesgo de padecer ansiedad y depresión de adultos. Por lo tanto, las conclusiones fueron que el temperamento infantil sí tiene un impacto en la edad adulta.
En esta investigación, se observó un tipo de temperamento, conocido como inhibición del comportamiento (IC). Se caracteriza por tener una conducta cautelosa, con miedo y utilizando la evitación, tanto hacia personas, objetos y situaciones desconocidas. Los niños que tienen este temperamento, tienen un mayor probabilidad de desarrollar dificultades para socializarse, incluso ansiedad.
Otro estudio, sobre este tema, fue realizado por investigadores de la Universidad de Maryland. Observaron a sus participantes cuándo tenían 14 meses, 15 años y 26 años. Los resultados fueron que aquellos niños con IC a los 14 meses, a los 26 años presentaban una personalidad reservada y menos relaciones sociales. Este estudio destaca cómo el temperamento infantil dura a lo largo de la vida de una persona.
Aunque las conclusiones de ambos estudios coinciden, se debe seguir investigando en este tema. Pero, de todas formas, debemos de prestar atención al comportamiento de los más pequeños y si observamos que necesita ayuda debemos acudir a profesionales de la salud mental para que les proporcione las herramientas necesarias y así evitar ciertos problemas cuando sean adultos.
En opinión del Dr. Carbonell, una intervención temprana cuando aparecen estos síntomas pueden mejorar de una manera significativa la adaptación y el desarrollo de una persona más sociable en la edad adulta.
Los cambios estacionales como las altas temperaturas o el frío pueden suponer un papel importante en la variación emocional de algunas personas, pero más allá de esto, los ciclos anuales de invierno, primavera, verano y otoño, también pueden interferir en el comportamiento y estado de ánimo. En el artículo Echeburúa, E. denomina a este suceso como “meteorosensibilidad”, esto se puede manifestar de diferentes formas: - En zonas geográficas o épocas en las que hay inviernos largos con poca luz solar se produce una disminución de serotonina (neurotransmisor clave para el estado de ánimo, la motivación y la energía) y alteraciones en la melatonina que pueden producir trsiteza, pensamientos negativos, cansancio, sentimientos de culpabilidad, entre otros. - En zonas donde hay mucho viento se asocia con sensación de irritabilidad, agobio, insomnio y fatiga. También con nerviosismo, problemas de concentración y dolores de cabeza. - En casos de olas de calor bruscas pueden descompensar a pacientes con ciertos trastornos mentales graves. En opinión del Dr. Carbonell y M. Miranda, es importante tener en cuenta como influyen estos factores en nuestro estado de ánimo, sobre todo en personas que ya se encuentran en manos de profesionales de la salud mental, para así poder llevar a cabo un buen seguimiento y apoyo ante la posibilidad de experimentar alguno de estos síntomas.

El Dr. José Carbonell explica que cuando alguien rompe una relación y deja un vacío lleno de dolor, es normal sentirse destrozado y vivir un proceso de duelo. Subraya que no se puede forzar a otra persona a quedarse, por lo que lo esencial es aceptar su decisión y empezar a mirar por uno mismo. Recomienda dar espacio, cortar los contactos que dificulten la recuperación y permitirse sufrir sin buscar compensaciones inmediatas. Señala que este tiempo de reconstrucción personal ayuda a reconectar con uno mismo, crecer y transformarse en una mejor versión, recordando que siempre habrá luz al final del túnel.

El Dr. José Carbonell explica que cuando el sexo en pareja deja de ser satisfactorio, lo fundamental es hablarlo con claridad y complicidad , aunque resulte difícil expresarlo. Señala que es importante comunicar si el deseo ha cambiado o si la experiencia ya no resulta gratificante, y hacerlo sin miedo, buscando soluciones conjuntas. Recomienda, además, recurrir a un terapeuta o especialista en sexualidad si la comunicación directa no basta, de manera que se pueda intentar recuperar la conexión antes de considerar el fin de la relación.


