La soledad en los mayores

21 de abril de 2020
Hay dos tipos de soledad: la soledad “deseada” y la soledad “obligada”. Por un lado, la primera se podría definir como una necesidad. Las personas necesitamos la soledad para crecer y conocernos a nosotros mismos. El tiempo que dedicamos a estar solos es fundamental para profundizar en nuestras emociones y pensamientos. Por el otro lado, el segundo tipo de soledad se refiere a la soledad cómo síntoma que genera malestar en la persona que la padece. Ésta influye negativamente en nuestro estado del ánimo.  

A pesar de que la soledad es dura en cualquier momento, lo es especialmente en la vejez. En esta etapa debemos asumir diferentes tipos de pérdidas que nos pueden aumentar la sensación de soledad .El Dr. Jacinto Bátiz, director del Instituto para Cuidar Mejor del Hospital San Juan de Dios de Santurce, reflexiona sobre la soledad en esta etapa en un artículo publicado en la Organización Médica Colegial de España (“La soledad, un síntoma que necesita su alivio”, 2020).

El Dr. Bátiz destaca tres puntos importantes que influyen en el estado de ánimo. Primero, en esta etapa pasamos por un “duelo laboral”, ya que tras toda una vida trabajando debemos aprender a ocuparnos con otras tareas. Segundo, un "duelo social" porque socialmente se les incluyen en un grupo específico (tercera edad). Y tercero, tenemos más probabilidades de padecer problemas de salud que nos dificultan plantearnos nuevas rutinas y objetivos. 

Por eso, se necesita tener un apoyo social, familiar y afectivo a nuestro alrededor para llevar mejor esta etapa. En el caso de padecer una enfermedad, la compañía nos ayudará a afrontarla con mejor actitud. Y, si no disponemos del acompañamiento adecuado, se recomienda acudir a profesionales de la salud mental. Ellos nos darán herramientas para manejar nuestras emociones y pensamientos. 

En opinión del Dr. Carbonell, es recomendable mantenerse activo en cualquier etapa de la vida y cuando nos hacemos mayores más todavía. Por consiguiente, hay que organizarse para tener cuantos más planes mejor. Si aún así la soledad deteriora nuestra calidad de vida, es importante recurrir a un profesional de la salud mental.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.