Las adversidades en la infancia y el riesgo de suicidio

30 de junio de 2017

El impacto que generan en los adultos las experiencias adversas durante la infancia es algo conocido desde hace tiempo. Pero ¿hasta que nivel puede llegar? Según el artículo Childhood adversity and r isk of suicide publicado en la revista de investigación Brithish medical Journal dichas experiencias se asocian con el riesgo de suicidio durante la adolescencia y las primeras etapas del adulto.

Los datos de esta investigación apuntan a que los sucesos relacionados con el día a día familiar, tales como no tener una residencia estable, la separación de los padres o el fallecimiento de uno de ellos, tienen una gran repercusión en el riesgo de suicidio que desarrollará la persona al llegar a la edad adulta. Pero eso no sólo guarda relación con someternos a un entorno familiar inestable o cambiante, sino también con las características de los miembros de dicho entorno. Así pues, determinadas conductas y características psicológicas de los padres, incrementan el riesgo de suicidio. Entre ellas podemos destacar el abuso de sustancias por parte de los padres y el que estos padezcan una enfermedad psiquiátrica.

Es especialmente llamativo el efecto acumulativo de este tipo de circunstancias. De esta manera, si el niño vive con más de una de estas circunstancias, el riesgo de suicidio puede llegar a duplicarse.

Según el Dr. Carbonell es importante tener en cuenta que los niños están en constante evolución y es preciso tener en cuenta que los factores adversos tienen un impacto muy significativo sobre su salud mental llegando a duplicar el riesgo de suicidio cuando llegan a adultos. Esto pone de relieve lo importe que es realizar una intervención temprana identificando y buscando soluciones a aquellas circunstancias que puedan afectar al niño.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.