Consejos doy que para mi no tengo
El Dr. José Carbonell, médico y psiquiatra, reflexiona sobre una realidad cotidiana y universal: todos damos consejos, pero rara vez los aplicamos en nuestra propia vida. Bajo el popular refrán “consejos doy que para mí no tengo”, expone cómo, ante los problemas ajenos, solemos ser decididos, categóricos y hasta tajantes: “déjalo”, “no le hables más”, “pon límites”, “cántale las cuarenta”. Sin embargo, cuando nos toca vivir situaciones similares, aplicar esas mismas recomendaciones no resulta tan sencillo.
Según el doctor, aconsejar es fácil porque implica hablar desde fuera, sin las emociones, los matices y los vínculos personales que condicionan las decisiones de quien realmente está viviendo la situación. La mayoría de quienes nos aconsejan, aunque tengan buenas intenciones, no tienen acceso a toda la información interna que manejamos nosotros mismos: no saben lo que sentimos, lo que callamos, lo que nos duele, o las razones por las que todavía no podemos dar un paso que desde fuera parece obvio.
Esto no significa que los consejos externos no sean valiosos. Al contrario, Carbonell reconoce que si varias personas del entorno coinciden en una observación, tal vez sea momento de escuchar con atención, ya que puede haber algo que uno mismo no está viendo con claridad, especialmente en momentos de vulnerabilidad emocional.
No obstante, el doctor advierte contra la sobredependencia de la opinión ajena. Si vivimos pendientes de lo que todos opinan o recomiendan, acabaremos alejándonos de nuestras propias convicciones y decisiones, perdiendo libertad personal y, muchas veces, paz mental. Los consejos deben ser tomados como lo que son: puntos de vista, sugerencias externas que se pueden valorar, pero no necesariamente seguir al pie de la letra.
En definitiva, el Dr. Carbonell resalta que si bien aconsejar es fácil, vivir y decidir por uno mismo requiere mucho más coraje y autoconocimiento. Escucha, valora, pero nunca permitas que las voces externas callen tu propia intuición.


