¿Pasamos suficiente tiempo jugando con nuestros hijos?

2 de enero de 2019


El juego es un mecanismo muy presente en la vida de los niños que les permite descubrir el mundo que les rodea, así como sus propias habilidades, capacidades, sentimientos y su forma de relacionarse con los demás. A su vez, jugar está muy relacionado con varios beneficios incluso para los adultos, especialmente para potenciar el desarrollo de la creatividad y reducir estrés.  Así lo refleja un artículo publicado por Mayte Rius en La Vanguardia a principios de diciembre de este año.


Un reciente estudio realizado por la empresa juguetera Famosa analiza el juego en familia a través de una encuesta realizada a más de 500 madres y padres españoles. Los resultados muestran que tres de cada cuatro reconocen la importancia de jugar en familia, la mitad cree que el principal beneficio para sus hijos es el desarrollo de la creatividad y la mayoría consideran el juego infantil positivo para ellos mismos. Además, la mitad de padres y madres afirman sentirse más comunicativos con sus hijos/as. Sin embargo, sólo un 33% de padres y madres dedican más de dos horas a la semana a jugar con sus hijos/as.


A pesar de todos los beneficios que los padres y madres perciben sobre pasar tiempo jugando con los hijos/as, sólo un 34% de las veces que esto ocurre se da a partir de la propuesta de los progenitores. Aproximadamente un 18% de ellos perciben jugar con sus hijos como una obligación, otros creen que es aburrido e incluso algunos expresan no saber muy bien cómo jugar o se impacientan por terminar.


En opinión del Dr. Carbonell, en un mundo en el que cada vez la tecnología nos lleva a un cierto aislamiento, este estudio refleja los beneficios que el juego tradicional tiene tanto en los hijos como en los padres. Idealmente, deberíamos estructurar un tiempo a la semana para dedicarlo al juego libre. Estas fechas son ideales para poder replantearse el tipo de juego para nuestros hijos y que, en la medida de lo posible, sea para usar en familia.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.