Pautas básicas para comunicar el divorcio a los hijos

21 de marzo de 2019

Cuando la pareja se divorcia la forma de comunicar el divorcio depende de la edad que tengan los niños, pero hay una regla ideal para cualquier caso: hacerlo como equipo. Aunque la relación de pareja haya desaparecido o sea inviable, no debemos olvidar que seguimos teniendo un objetivo en común con la otra persona, que es el bienestar de los niños. Esto significa hacerlo juntos y además no hablar mal del otro ni culpar a nadie. Así lo explican la psicopedagoga Laura Aguilera y la psicóloga infantil Silvia Álava en la sección de bienestar de El País.

Debemos estar preparados para responder a cualquier pregunta de forma clara y haber planificado al máximo posible cuales son los siguientes pasos, sobretodo en cuanto a que va a pasar con los niños, pues esto supondrá un cambio en la rutina diario de los niños a la que cuesta adaptarse.

La capacidad de comprender la situación, así como las reacciones que puedan tener los niños variará mucho en función de la edad que tengan, por ello la estrategia debe ser distinta.

  • Hijos menores de 5 años: A esta edad, los niños no llegan a entender del todo lo que está sucediendo, es por ello que debemos intentar dar explicaciones sencillas y cortas. El tema central será explicarle cuál de los padres dejará el domicilio y se le enseñará el nuevo hogar de este. También se le explicará cuándo le verá y en qué situaciones.
  • Hijos de cinco a ocho años: A esta edad los niños empiezan a entender más lo que significa separarse y esto les afecta más a nivel emocional. El tema central será explicarle que él no tiene la culpa de la separación.
  • Hijos de nueve a doce años: A esta edad suelen ser más conscientes de que la culpa no es suya y de que se trata de un problema entre los padres. El tema central en estos momentos debe ser el de intentar que el niño no culpabilice a uno de los padres y por tanto, no tome un bando.
  • Hijos adolescentes: Es posible que aunque entiendan mejor la situación de divorcio, la inestabilidad emocional típica de esta etapa haga que reaccionen con enfados o frustración.

Respecto al genero, a pesar de no tener por qué tener una reacción diferente el ser niño o niña, si es cierto que los niños podrían ser más propensos a tener una conducta más difícil, mientras las niñas pueden ser más introvertidas y optar por sentirse culpables de la separación.

Igualmente, el hecho de ser hijo único o de tener hermanos también ha de ser tenido en cuenta, puesto que “es más complejo si hay más hermanos por el hecho de que la edad de cada hermano implicará un tipo de explicación de la separación diferente, debido a su capacidad de entender la situación”.

En opinión del Dr. Carbonell, un divorcio de los padres para los hijos tiene un efecto a largo plazo. El comunicarlo adecuadamente sienta las bases para poder ayudarles a gestionar esta situación lo mejor posible. Idealmente los hijos deberían acudir a un terapeuta regularmente que les ayude a afrontar adecuadamente la nueva situación.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
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