¿Qué es la agorafobia?
29 de julio de 2021
Según la American Psychiatric Association (APA), la agorafobia es miedo o ansiedad intensa a estar en sitios cerrados (tiendas, cine, …), espacios abiertos (mercados, parkings, …), transporte público (autobús, tren, …), estar en medio de una multitud y/o el simple hecho de estar solo fuera de casa. La persona que lo sufre evita todas estas situaciones, ya que tiene la idea errónea de que no podrá salir de ahí o pedir ayuda, si le pasa algo, como por ejemplo, un infarto. Es un miedo o ansiedad desproporcionado al peligro real.
¿Cuál es la posible causa? A veces es desconocida, y en otras ocasiones está relacionada con haber sufrido un ataque de pánico. El miedo a volver a tener un ataque de pánico puede desarrollar la agorafobia. También se debe tener presente factores como la genética, el estrés, la personalidad, … o el uso de sustancias tóxicas.
¿Qué consecuencias tiene para la persona? Tener agorafobia afecta a todas las áreas de la vida de una persona (social, laboral, familiar, …), ya que afecta al funcionamiento diario. Las personas con este trastorno se sienten inseguras en determinadas situaciones, lo que les lleva a que sean incapaces de salir de casa.
¿Cuál es el tratamiento? La recomendación es un tratamiento combinado, por un lado, el tratamiento farmacológico pautado por el médico psiquiatra, y por el otro, el tratamiento psicológico.
En opinión del psiquiatra Dr. Carbonell, desde Palma, la persona con agorafobia vive con una angustia constante y miedo a determinadas situaciones, que le lleva a evitarlas, afectando a su día a día. Si estás pasando por esto o conoces a alguien que presente estos síntomas, es importante acudir a profesionales de la salud mental para saber gestionar el miedo y la ansiedad y poder volver a recuperar la funcionalidad. El tratamiento combinado es la mejor opción para estos casos.
Fuente: ABC
Los cambios estacionales como las altas temperaturas o el frío pueden suponer un papel importante en la variación emocional de algunas personas, pero más allá de esto, los ciclos anuales de invierno, primavera, verano y otoño, también pueden interferir en el comportamiento y estado de ánimo. En el artículo Echeburúa, E. denomina a este suceso como “meteorosensibilidad”, esto se puede manifestar de diferentes formas: - En zonas geográficas o épocas en las que hay inviernos largos con poca luz solar se produce una disminución de serotonina (neurotransmisor clave para el estado de ánimo, la motivación y la energía) y alteraciones en la melatonina que pueden producir trsiteza, pensamientos negativos, cansancio, sentimientos de culpabilidad, entre otros. - En zonas donde hay mucho viento se asocia con sensación de irritabilidad, agobio, insomnio y fatiga. También con nerviosismo, problemas de concentración y dolores de cabeza. - En casos de olas de calor bruscas pueden descompensar a pacientes con ciertos trastornos mentales graves. En opinión del Dr. Carbonell y M. Miranda, es importante tener en cuenta como influyen estos factores en nuestro estado de ánimo, sobre todo en personas que ya se encuentran en manos de profesionales de la salud mental, para así poder llevar a cabo un buen seguimiento y apoyo ante la posibilidad de experimentar alguno de estos síntomas.

El Dr. José Carbonell explica que cuando alguien rompe una relación y deja un vacío lleno de dolor, es normal sentirse destrozado y vivir un proceso de duelo. Subraya que no se puede forzar a otra persona a quedarse, por lo que lo esencial es aceptar su decisión y empezar a mirar por uno mismo. Recomienda dar espacio, cortar los contactos que dificulten la recuperación y permitirse sufrir sin buscar compensaciones inmediatas. Señala que este tiempo de reconstrucción personal ayuda a reconectar con uno mismo, crecer y transformarse en una mejor versión, recordando que siempre habrá luz al final del túnel.

El Dr. José Carbonell explica que cuando el sexo en pareja deja de ser satisfactorio, lo fundamental es hablarlo con claridad y complicidad , aunque resulte difícil expresarlo. Señala que es importante comunicar si el deseo ha cambiado o si la experiencia ya no resulta gratificante, y hacerlo sin miedo, buscando soluciones conjuntas. Recomienda, además, recurrir a un terapeuta o especialista en sexualidad si la comunicación directa no basta, de manera que se pueda intentar recuperar la conexión antes de considerar el fin de la relación.