Técnicas de resolución de problemas
5 de mayo de 2020
La mayoría de las personas definen la felicidad como la ausencia de problemas. Cuando se encuentran con alguna dificultad a la hora de alcanzar un objetivo, se produce cierta ansiedad porque sienten que su felicidad se ve amenazada. Pero, si reflexionamos sobre nuestras experiencias nos damos cuenta que algunos momentos de alegría se han producido por superar obstáculos, por haber sido capaz de transformar y resolver un problema.
Encontramos dos formas de valorar los problemas:
- Orientación positiva hacia el problema = Cuando evaluamos los problemas como situaciones que se pueden resolver.
- Orientación negativa hacia el problema = La tendencia de considerar los problemas como amenazas que no se podrán solucionar o que nos resultará muy complicado hacerlo.
Por lo tanto, podemos decir que no son los problemas que tenemos los que nos influyen, sino la forma en la que decidimos hacerles frente. Que los consideremos como una amenaza o no para nuestro bienestar.
Estas técnicas nos pueden ayudar para afrontar los problemas de una manera más positiva:
- Definir el problema: ¿cuál es?, ¿qué obstáculos hay para la solución?, ¿cuál es mi objetivo? ¿es realista?.
- Buscar posibles soluciones: ¿Qué posibles soluciones hay?. La creatividad en este punto es importante.
- Escoger una solución: ¿qué aspectos soluciona? ¿puedo ponerla en práctica? ¿cuánto tiempo necesitaré? ¿qué necesito? ¿cuales son las consecuencias, positivas y negativas, a corto, medio y largo plazo?
- Poner en práctica y verificar: ¿qué indicadores tengo para evaluar los resultados? ¿he conseguido solucionar el problema?
En opinión del Dr. Carbonell,
es importante intentar ser consciente de cómo nos encontramos a la hora de enfrentarnos a los diferentes problemas. estas técnicas nos pueden ayudar a analizarlos mejor y sopesar las diferentes opciones, sin caer en la negatividad.

El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.

El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.

El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.

