Ansiedad, la epidemia de la adolescencia

17 de julio de 2018

Últimamente en Estados Unidos, ha habido un aumento notable de casos de ansiedad en niños y adolescentes. De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental, la ansiedad es el trastorno más frecuente, afectando alrededor de un tercio de la población.

En un artículo publicado en el Fox News en Octubre del 2017 se destacan las causas de este aumento.

Por una parte, los adolescentes de clase privilegiada son los que tienen más malestar emocional. Esto es debido a que son extremadamente perfeccionistas . Es decir, intentan cumplir con sus objetivos con un rendimiento altísimo que siempre debe darles los mejores resultados.

En cambio para otros jóvenes, es mas un problema de expectativas. Este se da ya que nunca encuentran el punto en el que pueden decir “Ya he hecho suficiente, ahora puedo parar”. Los niños tienen la sensación de que siempre tienen que abarcar más retos, cada vez más complicados y la presión se agrava. Así pues son incapaces de ponerse metas realistas y darse cuenta de cuando las han conseguido para poder valorar su logro.

Aunque el que los padres elogien a sus hijos es algo importante, ellos no son las únicas personas implicadas en conseguir que los niños se acepten a si mismos. Los hijos también intentan resolver la pregunta de “¿soy suficientemente bueno?” las respuestas las obtienen tanto por como se manejan en el campo de futbol, como por su rendimiento en el colegio o cuantos “me gusta” tienen en su Instagram. El problema es cual es la definición que estos tienen de suficiente, puesto que es muy difícil llegar a “ser suficiente” cuando esta meta se aleja aunque consigas algunos objetivos.

A la hora de gestionar estos temas, muchos padres transmiten a sus hijos que deben ser los mejores en todo y esto les hace tener miedo de mostrar sus defectos e inseguridades.

Otro problema que tienen los padres de adolescentes ansiosos es que muchas veces no saben como actuar, por lo que se sienten desesperados y cuestionan todos los pasos que dan – o que no dan-. preguntándose una y otra vez “¿ he hecho lo suficiente? ¿He hecho demasiado? ¿ Lo estoy ayudando o dañando más? Al no poder responder a estas preguntas, la ansiedad de los padres aumenta y se proyecta en su forma de actuar hacia sus hijos y estos se apropian de la ansiedad de sus padres.

En opinión del Dr. Carbonell sin duda la ansiedad va a ser la enfermedad del siglo XXI en los adolescentes ya sea por perfeccionismo o expectativas, se sienten expuestos a padecer un trastorno frente al cual los padres no saben como ayudar. Es importante encontrar el equilibrio entre expectativas y objetivos y buscar la ayuda de un profesional en caso de ser necesario.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.