Marcadores de la calidad del sueño

10 de abril de 2017

La National Sleep Foundation, ha determinado por primera vez cuáles son los indicadores de que estamos teniendo sueño de calidad , unas conclusiones a las que ha llegado después de analizar casi trescientos estudios e investigaciones relacionadas con el sueño y llevadas a cabo por organizaciones de salud de la talla de la Academia Americana de Neurología, entre otros.

La calidad es tan importante como la cantidad

Cada persona tiene unas necesidades individuales únicas y especiales y no todo el mundo necesita dormir las ocho horas de rigor para levantarse al día siguiente descansado y lleno de energía. Sin embargo, según la National Sleep Foundation, hay una serie de indicadores que reflejan mejor la calidad de nuestro descanso y que son la clave para asegurarnos de que estamos descansando en perfectas condiciones:

1.- Dormir al menos el 85% del tiempo que pasamos en total en la cama.

2.- Tardar 30 minutos o menos en dormirse desde el momento que queremos dormir(se puede llegar hasta los 60 si eres mayor de 65 años).

3.- O pasar menos de 20 minutos totalmente despiertos antes de quedarnos dormidos. Para ello es aconsejable no realizar activaciones en la cama que te despejen durante los 20 minutos previos a dormir como trabajar con el ordenador.

4.- Idealmente para tener un sueño óptimo no deberíamos despertarnos más de una vez por noche (o dos si tienes más de 65 años).

5.- Y que estos periodos de estar despiertos en medio de la noche no duren más de cinco minutos .

En conclusión, estos indicadores nos pueden ayudar a poder identificar lo que sería una “higiene del sueño ideal” , aunque sea complicado conseguir un sueño dentro de estos parámetros, nos puede recordar que es lo ideal y ayudarnos a identificar cuando nuestro sueño va perdiendo calidad, todo ello orientado a un mejor descanso que nos permita vivir mejor.

Por Instituto Carbonell 14 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que no existe una diferencia de edad perfecta en la pareja, porque lo verdaderamente determinante no son los años, sino la conexión emocional. Señala que en consulta ha visto parejas con grandes diferencias de edad —tanto hombres mayores con mujeres más jóvenes como a la inversa— que funcionan muy bien gracias a su complicidad, afinidad intelectual, intereses compartidos y energía similar. Destaca que ninguna edad garantiza que una relación vaya a durar, del mismo modo que tampoco lo hacen otros factores como la cultura, los hijos o los proyectos en común. Por ello, recomienda no dejarse influir por la opinión social y centrarse en lo que la relación aporta a quienes la viven. Concluye afirmando que, más allá de estadísticas o prejuicios, lo esencial es cómo cada pareja cuida su vínculo y afronta sus propias complejidades.
Por Instituto Carbonell 13 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que en la vida, y especialmente en el amor, no todo vale. Señala que aunque tengamos objetivos personales o afectivos, jamás debemos alcanzarlos a costa de manipular, engañar o pasar por encima de los sentimientos de los demás. Advierte que actuar sin límites éticos nos convierte en personas que buscan su propio placer o gratificación sin considerar el daño causado, y eso tiene consecuencias. Subraya que vivimos rodeados de personas con emociones reales, que confían en nuestras palabras y pueden sufrir si usamos esas palabras solo para obtener lo que queremos. Concluye recordando que, igual que no queremos que nos hagan daño, tampoco debemos causarlo: no todo vale y nuestras acciones siempre tienen impacto.
Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.