Transtorno bipolar
El Dr. Carbonell aborda con claridad y sensibilidad un tema muy frecuente pero a menudo malinterpretado: el trastorno bipolar. Señala que muchas veces, en el lenguaje cotidiano, se tilda a alguien de “bipolar” simplemente porque tiene cambios de humor o momentos de euforia y tristeza. Sin embargo, aclara que el trastorno bipolar clínico es una condición mucho más seria y precisa, que va mucho más allá de simples altibajos emocionales.
Explica que para que se pueda hablar verdaderamente de un trastorno bipolar, deben cumplirse criterios clínicos específicos, en los que los cambios de estado de ánimo no solo son intensos, sino que afectan de forma significativa el funcionamiento diario de la persona. Por ejemplo, durante una fase de manía, el individuo puede mostrarse excesivamente acelerado, hablar muy rápido, tener ideas grandiosas, dormir muy poco sin sentir cansancio, e involucrarse en múltiples actividades a la vez con una energía desbordante. Esta hiperactividad suele ser evidente para los demás y puede llevar a conductas arriesgadas.
En contraste, en una fase depresiva, la persona puede experimentar una caída drástica del ánimo: falta total de energía, desinterés por las cosas que antes le gustaban, dificultad para levantarse de la cama, pensamientos negativos o incluso ideas suicidas. Ambas fases pueden durar días, semanas o incluso meses, y son incapacitantes si no se tratan adecuadamente.
El Dr. Carbonell subraya que el diagnóstico y tratamiento del trastorno bipolar debe ser realizado por un profesional especializado, generalmente un psiquiatra. Es esencial hacer una evaluación completa y, a partir de ahí, diseñar una estrategia terapéutica personalizada, que puede incluir medicación estabilizadora del estado de ánimo, psicoterapia, y sobre todo, educación tanto del paciente como de su entorno.
También hace una distinción importante entre el trastorno bipolar y otras formas de inestabilidad emocional más leves. Hay personas que, sin cumplir los criterios de un trastorno clínico, tienen una personalidad más cambiante, con ciclos de entusiasmo y bajones. A eso se le puede llamar ciclotimia o simplemente una tendencia emocional variable, que, aunque puede causar malestar, no incapacita funcionalmente como el trastorno bipolar.


