Prevenir que los niños se conviertan en adolescentes ansiosos

29 de junio de 2015

Entre los desordenes psicológicos  más comunes en niños y adolescentes, se encuentran los trastornos de ansiedad. Estos pueden llegar a limitarlos severamente, convirtiendo situaciones que los demás viven como normales, en fuertemente angustiosas.  Por ello, las víctimas de la ansiedad patológica, terminan por evitar todo aquello que les causa malestar, impidiendo un progreso adecuado en sus vidas.

Los últimos estudios en relación al origen de estos trastornos, confirman que el tipo de relación que establezcamos con nuestros hijos durante la infancia, determinará en gran medida la existencia de ansiedad desproporcionada en la adolescencia y adultez.

Muchos padres desde la mejor intención, caen en el error de sobreproteger a sus hijos.  El constante mensaje “ten cuidado”, instaura la idea en el niño, de que el mundo es un lugar peligroso y que por ello hay que estar siempre en guardia, así como sentimientos de desconfianza ante los demás.  Por otra parte, no dejar que hagan nada por si mismos para evitar que se equivoquen, generará un sentimiento de baja eficacia y de temor desproporcionado cuando no estén bajo el amparo de sus padres.

Una relación de apego saludable se caracteriza por  generar en el pequeño, una base de confianza y seguridad que le haga sentir que el mundo es un lugar seguro. Todavía no es el momento de que comiencen a preocuparse ya que podrían generar inseguridad en su carácter.  Este tipo de vínculo saludable, también anima a la independencia, en la medida de lo posible y siempre en función de su edad. En  el momento en que el niño aprenda o intente  hacer algo por sí mismo, hay que premiarle, mostrándonos orgullosos y haciéndoselo saber, reforzando así su sentimiento de eficacia. Conseguir el equilibrio entre atención, afecto incondicional y  promoción de su independencia, es la clave para que generen seguridad en si mismos.

Por Instituto Carbonell 12 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando una relación no fluye de manera natural —ya sea con amistades del pasado, con una expareja, con hijos o con los propios padres— forzarla solo genera desgaste y tensiones innecesarias. Señala que es legítimo intentar recuperar la cordialidad, pero también es esencial reconocer el punto en el que el esfuerzo deja de ser sano y empieza a perjudicar nuestro bienestar. Añade que no debemos supeditar nuestra vida al deseo de obtener perdón o restaurar algo que no avanza por sí solo. Concluye que, si las cosas fluyen, adelante; pero si no, no vale la pena sacrificar la salud emocional intentando que funcione lo que no está preparado para funcionar.
Por Instituto Carbonell 11 de diciembre de 2025
Desde InstitutoCarbonell , te recordamos los horarios que tendremos durante los días festivos. ¡Felices fiestas!
Por Instituto Carbonell 10 de diciembre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que los altibajos forman parte natural de cualquier relación y que no existen parejas que vivan en un estado idílico permanente. Señala que, así como las personas tienen días buenos y malos, también las parejas atraviesan momentos de gran complicidad y otros de desconexión, ya sea por estrés, cansancio, desacuerdos o situaciones personales. Subraya que una relación sana no se basa en la perfección, sino en el trabajo diario: comunicación constante, comprensión de las necesidades del otro, mostrar amor y cariño, y estar atentos a evitar actitudes que puedan generar sentimiento de rechazo. Añade que la presión social por aparentar relaciones ideales —siempre felices, siempre en viajes, siempre perfectas— es irreal y perjudicial. El Dr. José Carbonell concluye que estas fluctuaciones no son fallos de la relación, sino parte de su esencia. El amor, el respeto y el apoyo mutuo se construyen día a día, especialmente en los momentos difíciles.