Prevenir que los niños se conviertan en adolescentes ansiosos

29 de junio de 2015

Entre los desordenes psicológicos  más comunes en niños y adolescentes, se encuentran los trastornos de ansiedad. Estos pueden llegar a limitarlos severamente, convirtiendo situaciones que los demás viven como normales, en fuertemente angustiosas.  Por ello, las víctimas de la ansiedad patológica, terminan por evitar todo aquello que les causa malestar, impidiendo un progreso adecuado en sus vidas.

Los últimos estudios en relación al origen de estos trastornos, confirman que el tipo de relación que establezcamos con nuestros hijos durante la infancia, determinará en gran medida la existencia de ansiedad desproporcionada en la adolescencia y adultez.

Muchos padres desde la mejor intención, caen en el error de sobreproteger a sus hijos.  El constante mensaje “ten cuidado”, instaura la idea en el niño, de que el mundo es un lugar peligroso y que por ello hay que estar siempre en guardia, así como sentimientos de desconfianza ante los demás.  Por otra parte, no dejar que hagan nada por si mismos para evitar que se equivoquen, generará un sentimiento de baja eficacia y de temor desproporcionado cuando no estén bajo el amparo de sus padres.

Una relación de apego saludable se caracteriza por  generar en el pequeño, una base de confianza y seguridad que le haga sentir que el mundo es un lugar seguro. Todavía no es el momento de que comiencen a preocuparse ya que podrían generar inseguridad en su carácter.  Este tipo de vínculo saludable, también anima a la independencia, en la medida de lo posible y siempre en función de su edad. En  el momento en que el niño aprenda o intente  hacer algo por sí mismo, hay que premiarle, mostrándonos orgullosos y haciéndoselo saber, reforzando así su sentimiento de eficacia. Conseguir el equilibrio entre atención, afecto incondicional y  promoción de su independencia, es la clave para que generen seguridad en si mismos.

Por Instituto Carbonell 14 de octubre de 2025
Los cambios estacionales como las altas temperaturas o el frío pueden suponer un papel importante en la variación emocional de algunas personas, pero más allá de esto, los ciclos anuales de invierno, primavera, verano y otoño, también pueden interferir en el comportamiento y estado de ánimo.  En el artículo Echeburúa, E. denomina a este suceso como “meteorosensibilidad”, esto se puede manifestar de diferentes formas: - En zonas geográficas o épocas en las que hay inviernos largos con poca luz solar se produce una disminución de serotonina (neurotransmisor clave para el estado de ánimo, la motivación y la energía) y alteraciones en la melatonina que pueden producir trsiteza, pensamientos negativos, cansancio, sentimientos de culpabilidad, entre otros. - En zonas donde hay mucho viento se asocia con sensación de irritabilidad, agobio, insomnio y fatiga. También con nerviosismo, problemas de concentración y dolores de cabeza. - En casos de olas de calor bruscas pueden descompensar a pacientes con ciertos trastornos mentales graves. En opinión del Dr. Carbonell y M. Miranda, es importante tener en cuenta como influyen estos factores en nuestro estado de ánimo, sobre todo en personas que ya se encuentran en manos de profesionales de la salud mental, para así poder llevar a cabo un buen seguimiento y apoyo ante la posibilidad de experimentar alguno de estos síntomas.
Por Instituto Carbonell 5 de octubre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando alguien rompe una relación y deja un vacío lleno de dolor, es normal sentirse destrozado y vivir un proceso de duelo. Subraya que no se puede forzar a otra persona a quedarse, por lo que lo esencial es aceptar su decisión y empezar a mirar por uno mismo. Recomienda dar espacio, cortar los contactos que dificulten la recuperación y permitirse sufrir sin buscar compensaciones inmediatas. Señala que este tiempo de reconstrucción personal ayuda a reconectar con uno mismo, crecer y transformarse en una mejor versión, recordando que siempre habrá luz al final del túnel.
Por Instituto Carbonell 4 de octubre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando el sexo en pareja deja de ser satisfactorio, lo fundamental es hablarlo con claridad y complicidad , aunque resulte difícil expresarlo. Señala que es importante comunicar si el deseo ha cambiado o si la experiencia ya no resulta gratificante, y hacerlo sin miedo, buscando soluciones conjuntas. Recomienda, además, recurrir a un terapeuta o especialista en sexualidad si la comunicación directa no basta, de manera que se pueda intentar recuperar la conexión antes de considerar el fin de la relación.