La ira ¿es buena o mala?

22 de abril de 2021
Paul Ekman, psicólogo investigador, fue uno de los primeros en estudiar las emociones y sus expresiones faciales. Él identificó 6 emociones básicas: miedo, tristeza, ira, alegría, sorpresa y asco. Todas ellas son universales y tienen una función positiva en nosotros. 

En el caso de la ira (rabia, enfado), su función positiva es la de impulsarnos a actuar y defendernos de situaciones que podemos detectar que son peligrosas, ya sea fisicamente como psicologicamente. Por ejemplo, una persona con un problema como una fobia, la ira (enfado) le puede impulsar al cambio, a buscar una solución para superar el miedo.

Mario Mikulincer, psicólogo de la Universidad Bar Ilán, realizó un estudio para analizar la respuesta de las personas ante la frustración. Consistía en presentar un puzzle sin solución a los participantes, pero ellos no lo sabían. El resultado fue que aquellas personas que mostraron una actitud de rabia, enfado, persistían más en intentar solucionarlo, mientras que los que tenían una actitud más triste se rindieron antes. La conclusión a la que llegó el equipo de investigación fue que la ira (rabia, enfado) a niveles bajos, dirigida a la realización de una tarea difícil puede ser un factor motivador para conseguir el resultado. Pero cuando la ira no es controlada puede convertirse en agresividad, e incluso violencia. Por eso, es muy importante aprender a gestionarla y que sus consecuencias en nosotros sean positivas. 

En opinión del psiquiatra Dr. Carbonell, desde Palma, si consideramos que esta emoción nos domina antes situaciones difíciles y no sabemos manejarla, se recomienda acudir a profesionales de la salud mental para que nos ayuden. El equilibrio de nuestras emociones es necesario para conseguir una estabilidad en la salud mental. 
Por Instituto Carbonell 14 de octubre de 2025
Los cambios estacionales como las altas temperaturas o el frío pueden suponer un papel importante en la variación emocional de algunas personas, pero más allá de esto, los ciclos anuales de invierno, primavera, verano y otoño, también pueden interferir en el comportamiento y estado de ánimo.  En el artículo Echeburúa, E. denomina a este suceso como “meteorosensibilidad”, esto se puede manifestar de diferentes formas: - En zonas geográficas o épocas en las que hay inviernos largos con poca luz solar se produce una disminución de serotonina (neurotransmisor clave para el estado de ánimo, la motivación y la energía) y alteraciones en la melatonina que pueden producir trsiteza, pensamientos negativos, cansancio, sentimientos de culpabilidad, entre otros. - En zonas donde hay mucho viento se asocia con sensación de irritabilidad, agobio, insomnio y fatiga. También con nerviosismo, problemas de concentración y dolores de cabeza. - En casos de olas de calor bruscas pueden descompensar a pacientes con ciertos trastornos mentales graves. En opinión del Dr. Carbonell y M. Miranda, es importante tener en cuenta como influyen estos factores en nuestro estado de ánimo, sobre todo en personas que ya se encuentran en manos de profesionales de la salud mental, para así poder llevar a cabo un buen seguimiento y apoyo ante la posibilidad de experimentar alguno de estos síntomas.
Por Instituto Carbonell 5 de octubre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando alguien rompe una relación y deja un vacío lleno de dolor, es normal sentirse destrozado y vivir un proceso de duelo. Subraya que no se puede forzar a otra persona a quedarse, por lo que lo esencial es aceptar su decisión y empezar a mirar por uno mismo. Recomienda dar espacio, cortar los contactos que dificulten la recuperación y permitirse sufrir sin buscar compensaciones inmediatas. Señala que este tiempo de reconstrucción personal ayuda a reconectar con uno mismo, crecer y transformarse en una mejor versión, recordando que siempre habrá luz al final del túnel.
Por Instituto Carbonell 4 de octubre de 2025
El Dr. José Carbonell explica que cuando el sexo en pareja deja de ser satisfactorio, lo fundamental es hablarlo con claridad y complicidad , aunque resulte difícil expresarlo. Señala que es importante comunicar si el deseo ha cambiado o si la experiencia ya no resulta gratificante, y hacerlo sin miedo, buscando soluciones conjuntas. Recomienda, además, recurrir a un terapeuta o especialista en sexualidad si la comunicación directa no basta, de manera que se pueda intentar recuperar la conexión antes de considerar el fin de la relación.