¿Tristeza o depresión?

21 de junio de 2025

En este texto, el Dr. José Carbonell, médico y psiquiatra, aborda una duda muy común pero crucial en salud mental: cómo distinguir entre tristeza y depresión. Muchas personas experimentan momentos de desánimo, apatía o falta de energía y se preguntan si lo que sienten es simplemente un bajón emocional pasajero o si, por el contrario, están desarrollando un cuadro depresivo.


Carbonell explica que la clave para diferenciar entre tristeza y depresión está en dos factores fundamentales: la intensidad y el tiempo. La tristeza es una emoción natural y esperable ante ciertas situaciones difíciles de la vida —una pérdida, una decepción, un conflicto—, pero cuando esta tristeza se vuelve tan intensa que impide realizar una vida normal y se mantiene en el tiempo, es momento de prestar atención, porque podría tratarse de una depresión clínica.


Otro aspecto importante que menciona es la historia personal y familiar. Si la persona ha sufrido episodios depresivos en el pasado, o si hay antecedentes familiares de depresión, el riesgo de padecerla aumenta, lo cual también debe ser tenido en cuenta a la hora de evaluar los síntomas.

Carbonell subraya que la depresión no es solo “estar triste”, sino una afección que puede afectar globalmente el funcionamiento diario: baja la motivación, desaparece la ilusión, se pierde el interés por actividades que antes generaban placer, y se experimenta un desgaste emocional constante. Por eso insiste en que, si la persona nota que no está bien, que esto se prolonga y que afecta su calidad de vida, no debe dudar en buscar ayuda profesional.



Su mensaje final es directo y tranquilizador: no cuesta nada acudir a un especialista, recibir una valoración adecuada y, en caso necesario, iniciar un tratamiento que permita recuperar el bienestar emocional. Porque identificar a tiempo la diferencia entre tristeza y depresión puede marcar una gran diferencia en la salud y en la vida de quien lo padece.

Por Instituto Carbonell 18 de septiembre de 2025
La adolescencia siempre ha sido una etapa de cambios intensos: el cuerpo se transforma, las emociones se vuelven más intensas y las relaciones sociales adquieren un papel central. Hoy, a todo esto se suma un nuevo escenario: internet, los móviles y las redes sociales. Herramientas que abren puertas al aprendizaje, la comunicación y el entretenimiento, pero que también pueden convertirse en un riesgo si se usan sin control. Tal como explica Echeburúa, E. en el artículo, las pantallas en sí mismas no generan adicción. Lo problemático surge cuando se convierten en la vía principal de gratificación, facilitando conductas dependientes como el uso excesivo de redes sociales, los videojuegos, las apuestas online o incluso las compras compulsivas. Estas dinámicas pueden derivar en problemas emocionales y de salud, como ansiedad, depresión, insomnio, dificultades de concentración o baja autoestima. También aumentan la exposición a situaciones como el ciberacoso, la pérdida de intimidad o el acceso a contenidos inadecuados. Algunas señales de alarma que conviene no pasar por alto son: Conexión prolongada y sin control. Irritabilidad al no poder usar el móvil. Mentiras sobre el tiempo o el contenido de uso. Multitarea constante con el dispositivo. Bajo rendimiento académico. Distanciamiento de la familia y amistades. Alteraciones del sueño.  En opinión del Dr. Carbonell y M. Miranda, detectar a tiempo estas señales y acompañar con límites claros, apoyo emocional y coherencia en el ejemplo es clave para que los adolescentes aprendan a relacionarse con la tecnología de una forma equilibrada y saludable.
Por Instituto Carbonell 17 de septiembre de 2025
Hoy en día, ligar por aplicaciones puede ser emocionante, pero también muy desgastante. Surgen comportamientos como: Ghosting: alguien desaparece sin dar explicaciones. Breadcrumbing: te dan “migajas” de atención para que no pierdas el interés, pero nunca se comprometen. Zombieing: después de desaparecer, vuelven como si nada. Tal como indica Mouzo, J. en el artículo, estas conductas afectan directamente la salud emocional: Impacto en la autoestima: cuando alguien te ignora o te deja en incertidumbre, es fácil interpretarlo como un rechazo personal, lo que puede generar inseguridad y autocrítica. Soledad y ansiedad: recibir señales confusas o intermitentes hace que la persona quede atrapada en la expectativa, aumentando la sensación de vacío y frustración. Confusión y falta de cierre: en el caso del ghosting, el no tener una explicación deja a la persona sin la posibilidad de entender qué pasó, lo que puede vivirse como una especie de “duelo sin respuestas”. Patrones de apego: muchos de estos comportamientos se relacionan con estilos de apego inseguros. Por ejemplo, el breadcrumbing puede estar ligado a la necesidad de atención constante sin saber manejar la intimidad real. A nivel colectivo, la dinámica de las aplicaciones refuerza la superficialidad y la idea de que siempre hay más opciones, lo que facilita vínculos rápidos pero frágiles. Esto genera lo que algunos psicólogos llaman “microdecepciones constantes”: pequeñas frustraciones que, acumuladas, pueden llevar al cansancio emocional y a la desconfianza en nuevas relaciones. En opinión del Dr. Carbonell y M. Miranda, este fenómeno no debería llevarnos a rechazar por completo las aplicaciones, sino a usarlas con mayor conciencia emocional y sentido crítico.
Por Instituto Carbonell 16 de septiembre de 2025
Hoy en día, las redes sociales nos muestran ciertos estilos de vida como, viajes, cenas caras o ropa de moda. Al compararnos con eso, muchas personas sienten que van mal de dinero, aunque en realidad tengan una situación económicamente estable. A este fenómeno se le llama “dismorfia financiera” , y cada vez afecta a más personas. Según explica Villalba, J. en el artículo, casi la mitad de quienes usan redes sociales sienten que se están quedando atrás económicamente, incluso cuando tienen ahorros. Esta sensación genera frustración, baja autoestima y decisiones poco saludables, como gastar de más, endeudarse o dejar de ahorrar. En España no hay datos concretos, pero es evidente que la ansiedad por el coste de la vida y la presión de “estar a la altura” de lo que vemos en redes es muy común. Compararse con amigos, clientes o influencers que muestran constantemente lujos puede hacer que personas con vidas cómodas y equilibradas sientan que no están a la altura. Los psicólogos explican que esto ocurre porque medimos nuestro valor comparándonos con otros. En opinión del Dr. Carbonell y M. Miranda, recomiendan tener una relación más consciente con lo que gastamos y recordar que lo que vemos en redes no refleja la realidad por lo que practicar una comparación más realista son claves para reducir esa sensación de malestar.