Signos que delatan a un mal terapeuta

2 de febrero de 2016

Tamara Hill, terapeuta y escritora de PsychCentral, anima a observar cuidadosamente las conductas subliminales del terapeuta que pueden ser difíciles de detectar en las primeras sesiones. A continuación se describen las principales señales que delatan a un mal terapeuta.

  1. Contestar al teléfono mientras se está en la sesión . No obstante puede darse una situación de emergencia, cuando esto ocurre un buen terapeuta se disculpa y hace lo posible por hacerlo mejor la próxima vez.
  2. Comer mientras habla con usted . Algunos terapeutas tienen muy malos modales, si su terapeuta tiene este tipo de prácticas no le está mostrando el respeto que merece.
  3. Hablar demasiado sobre sí mismo . Algunos terapeutas son muy egocéntricos hablando de sus logros, sus dilemas, sus puestos de trabajo, artículos… Algunos tratan de encontrar un terreno común con sus clientes y utilizan sus propias vidas para enseñar, pero a otros simplemente les gusta presumir.
  4. No responder a llamadas o mensajes en un plazo razonable . A veces el terapeuta puede tener problemas para devolver las llamadas y responder a sus mensajes. Pero si su terapeuta o su equipo no intentan ponerse en contacto con usted debe plantearse que pasaría si tuviera una emergencia.
  5. Cruzar las fronteras . Aunque sea difícil de creer algunos terapeutas coquetean con sus clientes. No obstante hay que tener cuidado de no asumir todas las conductas como coqueteo, pues algunos terapeutas sólo intentan ser amables y puede ser mal interpretado. Asegúrese de la diferencia.
  6. Sentirse juzgado . Nunca debe sentirse juzgado por su terapeuta. Nadie es perfecto y usted va a un terapeuta para ser escuchado y solucionar sus problemas, no para que le haga sentir culpable por ello.
  7. Sentirse un número . Cualquiera puede olvidar ciertos detalles pero si su terapeuta parece desconectado, desinteresado y con exceso de trabajo debe replantearse continuar ya que no va a obtener la atención que necesita.

En conclusión, la mejor manera de poder realizar un buen trabajo terapéutico precisa de una estructura y un marco adecuado. Hemos querido identificar algunas de las prácticas que no facilitan sino más bien interfieren e impiden la realización de una terapia productiva y beneficiosa.

 

Por Instituto Carbonell 25 de abril de 2025
El Dr. José Carbonell, médico y psiquiatra, lanza un mensaje directo y necesario: ir al psiquiatra no debería ser motivo de vergüenza ni de estigma . En pleno siglo XXI, aún existen personas que sienten miedo o pudor al decir que acuden a un profesional de la salud mental. Esto, según el doctor, es algo que necesitamos cambiar urgentemente. Carbonell explica que un psiquiatra es, ante todo, un médico , como cualquier otro especialista. La gran diferencia con el psicólogo es que el psiquiatra, además de abordar lo emocional, también evalúa el componente biológico y orgánico de los trastornos mentales. Esto incluye valorar si el paciente tiene otras enfermedades, está tomando medicación que pueda influir en su estado anímico, o si su salud mental afecta funciones como el sueño, el apetito o la energía, llegando incluso a requerir medicación. El propósito de este mensaje no es solo aclarar conceptos, sino también normalizar y visibilizar la importancia de acudir a un profesional cuando uno no se siente bien . Cuidar la salud mental no es un signo de debilidad, sino de responsabilidad y amor propio. Así como vamos al dentista cuando tenemos un dolor de muelas, también debemos ir al psiquiatra o al psicólogo cuando sentimos que algo no está funcionando bien en nuestro mundo interno. El Dr. Carbonell invita a dejar atrás el estigma, a romper esa barrera cultural que durante tantos años nos ha impedido hablar abiertamente de nuestros malestares emocionales, y a reivindicar la salud mental como un pilar del bienestar integral . En sus palabras, "mantener una higiene mental es la consecuencia de un trabajo que vamos haciendo cada día".  Este mensaje no solo va dirigido a quienes ya están en tratamiento, sino también a quienes aún dudan en dar el paso. Porque pedir ayuda es valiente , y porque hablar de salud mental es el primer paso para sanar y crecer.
Por Instituto Carbonell 24 de abril de 2025
Aprender a no darlo todo – Estrategias para superar el perfeccionismo
Por Instituto Carbonell 24 de abril de 2025
El Dr. José Carbonell, médico y psiquiatra, reflexiona en este mensaje sobre una de las trampas emocionales más comunes tras una ruptura o una gran discusión de pareja: quedarnos esperando . Muchas veces, después de que una relación se rompe, nace la esperanza de que tal vez todo vuelva a su cauce, de que la persona con la que compartíamos la vida reflexione, cambie y regrese. Nos aferramos a la idea de que lo que fue puede reconstruirse, de que ese proyecto de vida que diseñamos juntos aún puede tener sentido. Sin embargo, Carbonell advierte que esta espera nos paraliza y nos hace perder tiempo vital . Mientras deseamos que la otra persona reconsidere sus decisiones, dejamos de vivir el presente. Posponemos nuestra recuperación emocional, nuestras metas personales y, lo más grave, nuestra vida misma, esperando algo que tal vez nunca suceda. Además, el doctor señala que, muchas veces, la otra persona ya está en otra etapa , ha dado pasos hacia adelante e incluso puede haber pasado de un sentimiento de amor a indiferencia o rechazo. En cambio, quien espera se queda anclado a un pasado idealizado que ya no existe. Vivir de esa forma es hipotecar el futuro por una esperanza que no depende de nosotros. Por eso, el llamado es claro: deja de esperar . Centra tu atención en ti, en reconstruir tu autoestima, en recuperar tus proyectos, tu bienestar, tus ilusiones. Invierte en ti y en tu vida sin estar condicionado por lo que otra persona haga o deje de hacer. Solo así podrás avanzar, crecer y abrirte a nuevas experiencias que sí estén alineadas con tu presente y con tu valor.  Carbonell concluye animando a compartir experiencias sobre cómo cada uno ha gestionado este tipo de situaciones, reconociendo que sanar es un proceso individual pero más llevadero cuando se hace en comunidad y con consciencia.