Workaholicos: adictos al trabajo

8 de junio de 2016

Aunque el término workaholico no es una acepción admitida dentro de la terminología psicológica, se ha extendido para referirse a aquellas personas que exceden su tiempo en el trabajo, o problemas relacionados al mismo, llevando una vida muy estresante y que va en detrimento de su salud, vida social, familiar y personales o simplemente contra su tiempo libre.

Según un estudio publicado en mayo de 2016 en la revista PLOS ONE, dedicar mucho tiempo al trabajo fuera del horario laboral, podría ser signo de una enfermedad psiquiátrica.

Los investigadores encontraron que la adicción al trabajo está asociada estadísticamente a un mayor índice de ansiedad, depresión, trastorno obsesivo compulsivo y trastorno de déficit de atención e hiperactividad. “Los adictos al trabajo puntuaron más alto que los no adictos al trabajo” explica Cecilie Schou Andreassen, investigador principal del trabajo.

Los investigadores encontraron 32,7% de los adictos al trabajo tenía TDAH en comparación con el 12,7% de los no adictos al trabajo; 25,6% tenían TOC frente al 8,7% de los no “workaholicos” ; 33,8% tienen ansiedad contra 11,9% de los no adictos al trabajo; y el 8,9% tenía depresión frente al 2,6% de los no adictos al trabajo.

En el estudio participaron 16.500 adultos, de los cuales 7´8% eran adictos al trabajo y tenían en común creencias o pensamientos tales como “como conseguir más tiempo para trabajar” y “la prohibición de trabajar me genera estrés”,

Schou Andreassen concluye que llevar el trabajo al extremo puede ser signo de problemas psicológicos o emocionales más profundos.

El Dr. Carbonell opina que es importante no caer en el error de pensar que el trabajar más es bueno para nuestra salud mental, más bien todo lo contrario, dedicar un tiempo excesivo al trabajo lo quitamos a nuestra vida social, familiar y personal y acaba pasándonos factura con el paso de los años.

 

 

Por Instituto Carbonell 25 de abril de 2025
El Dr. José Carbonell, médico y psiquiatra, lanza un mensaje directo y necesario: ir al psiquiatra no debería ser motivo de vergüenza ni de estigma . En pleno siglo XXI, aún existen personas que sienten miedo o pudor al decir que acuden a un profesional de la salud mental. Esto, según el doctor, es algo que necesitamos cambiar urgentemente. Carbonell explica que un psiquiatra es, ante todo, un médico , como cualquier otro especialista. La gran diferencia con el psicólogo es que el psiquiatra, además de abordar lo emocional, también evalúa el componente biológico y orgánico de los trastornos mentales. Esto incluye valorar si el paciente tiene otras enfermedades, está tomando medicación que pueda influir en su estado anímico, o si su salud mental afecta funciones como el sueño, el apetito o la energía, llegando incluso a requerir medicación. El propósito de este mensaje no es solo aclarar conceptos, sino también normalizar y visibilizar la importancia de acudir a un profesional cuando uno no se siente bien . Cuidar la salud mental no es un signo de debilidad, sino de responsabilidad y amor propio. Así como vamos al dentista cuando tenemos un dolor de muelas, también debemos ir al psiquiatra o al psicólogo cuando sentimos que algo no está funcionando bien en nuestro mundo interno. El Dr. Carbonell invita a dejar atrás el estigma, a romper esa barrera cultural que durante tantos años nos ha impedido hablar abiertamente de nuestros malestares emocionales, y a reivindicar la salud mental como un pilar del bienestar integral . En sus palabras, "mantener una higiene mental es la consecuencia de un trabajo que vamos haciendo cada día".  Este mensaje no solo va dirigido a quienes ya están en tratamiento, sino también a quienes aún dudan en dar el paso. Porque pedir ayuda es valiente , y porque hablar de salud mental es el primer paso para sanar y crecer.
Por Instituto Carbonell 24 de abril de 2025
Aprender a no darlo todo – Estrategias para superar el perfeccionismo
Por Instituto Carbonell 24 de abril de 2025
El Dr. José Carbonell, médico y psiquiatra, reflexiona en este mensaje sobre una de las trampas emocionales más comunes tras una ruptura o una gran discusión de pareja: quedarnos esperando . Muchas veces, después de que una relación se rompe, nace la esperanza de que tal vez todo vuelva a su cauce, de que la persona con la que compartíamos la vida reflexione, cambie y regrese. Nos aferramos a la idea de que lo que fue puede reconstruirse, de que ese proyecto de vida que diseñamos juntos aún puede tener sentido. Sin embargo, Carbonell advierte que esta espera nos paraliza y nos hace perder tiempo vital . Mientras deseamos que la otra persona reconsidere sus decisiones, dejamos de vivir el presente. Posponemos nuestra recuperación emocional, nuestras metas personales y, lo más grave, nuestra vida misma, esperando algo que tal vez nunca suceda. Además, el doctor señala que, muchas veces, la otra persona ya está en otra etapa , ha dado pasos hacia adelante e incluso puede haber pasado de un sentimiento de amor a indiferencia o rechazo. En cambio, quien espera se queda anclado a un pasado idealizado que ya no existe. Vivir de esa forma es hipotecar el futuro por una esperanza que no depende de nosotros. Por eso, el llamado es claro: deja de esperar . Centra tu atención en ti, en reconstruir tu autoestima, en recuperar tus proyectos, tu bienestar, tus ilusiones. Invierte en ti y en tu vida sin estar condicionado por lo que otra persona haga o deje de hacer. Solo así podrás avanzar, crecer y abrirte a nuevas experiencias que sí estén alineadas con tu presente y con tu valor.  Carbonell concluye animando a compartir experiencias sobre cómo cada uno ha gestionado este tipo de situaciones, reconociendo que sanar es un proceso individual pero más llevadero cuando se hace en comunidad y con consciencia.