Controversias sobre el TDAH

11 de junio de 2019

Recientemente se ha publicado el libro “Volviendo a la normalidad” por Marino Pérez, especialista en Psicología Clínica y catedrático de Psicopatología y Técnicas de Intervención en la Universidad de Oviedo. En este libro, se hace una exposición sobre las controversias asociadas a este diagnóstico y por su tratamiento.

Recientemente, Pérez, en una entrevista en el artículo «El TDAH no existe, y la medicación no es un tratamiento, sino un dopaje»  en el periódico ABC realizado por Carlota Fominaya, expone porqué defiende que el TDAH es un problema de comportamiento y no un trastorno de la salud mental y responde a las principales dudas sobre el tema.

En la entrevista, Marino recalca 3 puntos importantes:

El diagnóstico carece de entidad clínica.  Los criterios, explica el autor, no se establecen desde la objetividad, sino que se basan en apreciaciones subjetivas. Los padres, generalmente explican que su hijo “a menudo” se distrae o se mueve mucho, está desatento o inquieto.

No existe condición neurobiológica ni genética que diferencie a las personas con TDAH.  No existen pruebas clínicas ni de neuroimagen (como TC, RM, PET, etc) ni neurofisiológicas (EEG, ERP) o test psicológicos que de forma específica sirvan para el diagnóstico.  El autor no niega que los niños no tengan un problema, pero aclara que no existen alteraciones cerebrales, ni tampoco existe un biomarcador (es decir, que haya alguna sustancia en el cuerpo diferente a la habitual que sea la causante de esos cambios en el cerebro).

Los fármacos no curan.  Según el catedrático, no podemos decir exactamente que estos fármacos funcionan, ya que no están corrigiendo desequilibrios químicos, como sería el caso de los antidepresivos, sino que lo que están haciendo es aumentar la atención o la concentración cómo lo haría una droga estimulante o el café. Se trata, entonces, de sustancias estimulantes que potencian artificialmente el rendimiento de las personas. Estas anfetaminas aumentan la presión sanguínea y cardíaca, que puede llevar a tener a la larga riesgos cardiovasculares.

En opinión del Dr. Carbonell, el TDAH es un tema que ha generado mucha controversia. Prueba de ello son las reflexiones realizadas por el catedrático Marino Pérez en su libro. Sin duda alguna, es una llamada de atención de que se precisa más información para poder entender y tratar a las personas que sufran de este problema.

Por Instituto Carbonell 6 de julio de 2025
El Dr. Carbonell reflexiona sobre una cuestión fundamental que afecta a muchas personas hoy en día: ¿somos capaces de conformarnos con lo que tenemos? Como médico y psiquiatra, señala que vivimos en una sociedad acelerada y permanentemente insatisfecha, donde los ideales románticos de las películas, las modas cambiantes o las redes sociales alimentan la constante sensación de que “deberíamos tener algo mejor”, ya sea en el amor, en el trabajo o en cualquier aspecto de la vida.  En consulta, comenta, es común ver personas que repiten patrones: se cansan rápidamente de sus parejas, se frustran en sus empleos o viven con la expectativa de que algo mejor debería llegar. Estas personas muchas veces se ponen a sí mismas metas muy elevadas o construyen idealizaciones que, al no cumplirse, las conducen a la decepción. Así, entran en un ciclo donde lo cotidiano y estable les parece insuficiente o aburrido. El Dr. Carbonell propone un cambio de enfoque. Para él, no se trata de resignarse, sino de aprender a valorar de forma realista lo que se tiene. Eso implica hacer un pacto con uno mismo: reflexionar sobre qué queremos realmente en la vida y qué estamos dispuestos a aportar para que nuestras relaciones o proyectos funcionen a largo plazo. Recuerda que las relaciones que perduran —como las de nuestros padres o parejas mayores— no se sostienen solo por amor espontáneo, sino también por paciencia, compromiso, respeto y una construcción diaria, donde a veces cede uno y otras veces el otro. En lugar de caer en la trampa de buscar siempre lo nuevo o lo perfecto, el Dr. Carbonell sugiere cultivar una mirada más estable, más profunda y más agradecida. Valorar lo que tenemos, comprender nuestras propias expectativas y trabajar desde la madurez emocional son, para él, las claves para construir una vida más equilibrada y satisfactoria.
Por Instituto Carbonell 5 de julio de 2025
El Dr. Carbonell explora una de las preguntas más comunes en las relaciones humanas: ¿cómo saber si lo que existe entre dos personas es solo una amistad o el inicio de algo más? Como médico y psiquiatra, relata que muchas personas llegan a su consulta con la duda de si la cercanía y complicidad que sienten con alguien especial es simplemente amistad o si podría evolucionar a una relación de pareja. Explica que en algunos casos, las relaciones sentimentales surgen rápidamente: basta una cita, una conexión inicial, y se empieza una relación aún sin conocerse profundamente. En otros casos, el vínculo se construye con el tiempo, a través de una amistad sólida que más adelante puede convertirse en una relación amorosa. Esta segunda vía, comenta el Dr. Carbonell, tiene incluso más probabilidades de éxito, porque ya existe un conocimiento profundo del otro: se han compartido gustos, momentos, virtudes y defectos. Sin embargo, también reconoce que a veces existe un bloqueo interno. Muchas personas dicen: “Es solo un amigo, no lo veo como pareja”. Esa percepción puede ser genuina, o puede estar condicionada por miedos, por la costumbre o incluso por no haberse permitido imaginar otro tipo de vínculo. Lo cierto, señala el Dr. Carbonell, es que no podemos forzarnos a sentir lo que no sentimos, ni planear con precisión que una amistad se transforme en algo más. Subraya también que la atracción no es algo estático ni absoluto: puede aparecer con el tiempo o disminuir. Por eso, insiste en que no debemos encasillar ni forzar las relaciones. Si una amistad está destinada a convertirse en pareja, lo hará de forma natural y espontánea. No se trata de provocar situaciones artificiales, sino de dejar que las emociones y el vínculo evolucionen de forma orgánica.  En definitiva, el Dr. Carbonell aconseja vivir las amistades con sinceridad, sin presión, y con apertura a lo que pueda surgir. Las mejores relaciones, muchas veces, empiezan por una buena amistad, pero forzar ese tránsito nunca es la solución.
Por Instituto Carbonell 4 de julio de 2025
El Dr. Carbonell plantea una reflexión sobre el momento en que una persona se prepara para salir a una cita, especialmente tras una ruptura reciente o un momento emocional delicado. Como médico y psiquiatra, recibe a menudo consultas de personas que se preguntan si están verdaderamente listas para conocer a alguien nuevo, si han sanado lo suficiente o si es el momento adecuado para embarcarse en una nueva conexión.  El Dr. Carbonell reconoce que, aunque es cierto que el ser humano necesita tiempo para recuperarse emocionalmente, ese proceso no es igual para todos. No existe una fórmula universal. Hay quienes se sienten preparados más rápidamente, mientras que otros requieren más tiempo. Lo fundamental, según él, no es tanto el momento cronológico sino la claridad sobre lo que se busca en esa cita. ¿Se está buscando una pareja estable, un amigo, una conversación amena o simplemente compañía? ¿Se conoce ya a la persona con la que se va a quedar, o es una cita a ciegas, tal vez iniciada a través de redes sociales? Todas estas variables influyen en la experiencia. Por eso, el Dr. Carbonell insiste en la necesidad de ir a una cita con expectativas realistas, abiertas y flexibles. Puede salir bien, puede no salir como uno espera, o puede evolucionar hacia una amistad o hacia algo más profundo. Para él, lo más importante es no sobrecargar ese encuentro con presión ni con exigencias. Una cita siempre puede ser, al menos, una oportunidad para conocer a alguien nuevo, para socializar y para seguir conociéndose a uno mismo. Además, recuerda que lo más probable es que la otra persona también esté nerviosa o con dudas similares. En definitiva, el Dr. Carbonell aconseja tomarse las citas con naturalidad, ligereza y espíritu deportivo, entendiendo que cada encuentro es parte del camino, no necesariamente un destino.